
Destino Final 7, dirigida por Zach Lipovsky y Adam B. Stein, y escrita por Lori Evans Taylor, retoma la fórmula clásica que ha definido la saga desde su inicio: un grupo de jóvenes escapa de una tragedia gracias a una premonición, solo para descubrir que la muerte no perdona errores. En esta ocasión, los protagonistas son socorristas que sobreviven al colapso de un túnel, y pronto comienzan a caer uno por uno en accidentes cada vez más elaborados y brutales.
Las muertes siguen siendo el corazón de la película. Cada escena está diseñada para provocar incomodidad, tensión y sorpresa. Desde una explosión en una estación de servicio hasta una caída mortal en una obra en construcción, el diseño de producción se luce en cada secuencia. El espectador sabe que algo va a pasar, pero la forma en que ocurre sigue siendo el gancho principal. La creatividad detrás de cada accidente es evidente, y aunque algunas situaciones rozan lo absurdo, logran mantener la atención del público.
El reparto, encabezado por Kaitlyn Santa Juana y Teo Briones, cumple con lo necesario, aunque sus personajes no logran generar una conexión emocional fuerte. La química entre ellos es limitada, y sus motivaciones se sienten superficiales. A diferencia de entregas anteriores, donde al menos uno o dos personajes lograban destacarse por su carisma o profundidad, aquí todos parecen estar definidos más por su destino que por su personalidad. Esto hace que el impacto emocional de sus muertes sea menor, y que el espectador se enfoque más en el cómo que en el quién.
Muertes creativas, tensión constante… ¿y algo nuevo?
La dirección de Lipovsky y Stein es sólida en lo técnico. La película se ve bien, con una fotografía oscura y realista que refuerza la atmósfera inquietante. El ritmo es ágil, y el montaje mantiene la tensión en los momentos clave. La música, compuesta por Brian Tyler, acompaña con precisión, sin exagerar ni distraer. Todo está cuidadosamente diseñado para mantener al espectador en vilo, aunque sin ofrecer grandes sorpresas.
El guion, sin embargo, no arriesga. Aunque se insinúan elementos nuevos sobre el origen del fenómeno de las premoniciones, estos quedan en segundo plano. La historia se apoya demasiado en lo que ya funcionó en entregas anteriores, sin ofrecer giros narrativos que sorprendan o profundicen en el universo de la saga. Hay momentos en los que se siente que la película está más interesada en repetir que en innovar, lo que puede decepcionar a los seguidores más exigentes.

Como parte de la franquicia, Destino Final 7 cumple con lo esperado: muertes espectaculares, tensión constante y una atmósfera inquietante. Pero como película independiente, deja la sensación de que se pudo hacer más. La saga ha demostrado que puede reinventarse, como lo hizo en entregas anteriores, pero esta nueva propuesta parece conformarse con repetir lo que ya funcionó. La crítica constructiva es clara: si Destino Final quiere seguir siendo relevante en el panorama del cine de terror, necesita arriesgar más en su narrativa. La muerte como antagonista invisible sigue siendo poderosa, pero el público también busca personajes con profundidad, historias que sorprendan y giros que desafíen las expectativas. Esta séptima entrega entretiene, sí, pero no impacta como debería.