 
        El TIFF Lounge del Festival Internacional de Cine de Tokio fue testigo de una conversación singular entre dos gigantes del cine: Yamada Yoji, director de la icónica serie Tora-san y de la pieza central del festival, Tokyo Taxi, y Lee Sang-il, el galardonado director de Kokuho. Yamada, de 94 años, y Lee, de 51, intercambiaron admiración mutua; Lee llamó a Yamada un «tesoro nacional», mientras Yamada elogió el éxito de taquilla de Lee, Kokuho.
Yamada se centró en la «historia de dos hombres» en Kokuho, que narra la intensa rivalidad entre dos intérpretes de roles femeninos (onnagata) en el Kabuki. El veterano director alabó la decisión de Lee de mantener la tensión artística sin introducir un interés romántico femenino, algo habitual en las películas sobre amistad masculina. Yamada comparó la complejidad emocional de la rivalidad con la vista en la película Amadeus de 1984, resaltando que en el centro del drama de Kokuho prevalece la pura dedicación al arte. Lee reveló que las estrellas Ryo Yoshizawa y Ryusei Yokohama dedicaron año y medio a aprender Kabuki desde cero, un proceso de ensayo mutuo que definió la relación de sus personajes.
El Actor y el Set: Presencia y Proceso
La conversación abordó la figura del veterano actor y bailarín Tanaka Min, quien trabajó con ambos directores. Yamada recordó que la actuación de Tanaka en su película de 2002, The Twilight Samurai, fue inicialmente «terrible», requiriendo un ensayo exhaustivo, aunque luego se convirtió en un actor muy solicitado. Yamada, entre risas del público, bromeó diciendo que, a pesar de su fama, no había mejorado. Lee, en cambio, defendió que la simple «presencia» de bailarín de Tanaka era suficiente para su papel de onnagata anciano en Kokuho.
Sobre su película Tokyo Taxi, un remake del drama franco-belga de 2022, Yamada comentó sobre la seriedad del actor Kimura Takuya (ex estrella del pop y protagonista de Love and Honor). Según Yamada, Kimura es igual de riguroso al interpretar a un taxista revolviendo natto para el desayuno que al interpretar a un samurái. Lee, por su parte, citó a Yamada como su maestro en el set: señaló que el veterano director «siempre estaba al lado de la cámara» mirando directamente a los actores, una lección sobre la importancia de la presencia del director que, según Lee, los cineastas jóvenes que confían demasiado en el monitor distante deberían aprender.
La Urgencia de una Política Nacional para el Cine
La discusión culminó con la inevitable pregunta sobre la disparidad entre la inmensa popularidad del anime japonés a nivel mundial y el bajo perfil internacional del cine de acción real (live-action). Yamada admitió que las ganancias del anime son «enormes», mientras que las de las películas live-action son «insignificantes», lo cual es «increíblemente frustrante y triste».
El director fue enfático al afirmar que la revitalización del cine japonés es un «problema nacional» que requiere la intervención del gobierno. Yamada recordó la vibrante escena cinematográfica de hace 70 años y comparó la situación con la de Corea del Sur. Atribuyó el «poder tan increíble» del cine coreano a su «genuino compromiso con hacer películas, respondiendo verdaderamente al cine». Concluyó la charla expresando su esperanza de que Japón apoye el cine como una política nacional, una iniciativa que espera «surja de Tokio».
 
         
         
         
        