 
        Hablar de terror español sin Jesús “Jess” Franco (1930-2013) es imposible. Prolífico hasta lo inverosímil, experimental, iconoclasta, su nombre condensa erotismo, horror gótico, espionaje pop, jazz, fetichismo y una ética de producción que bordeó los límites de la censura y el mercado. Su legado no es homogéneo, pero sí decisivo: expandió el perímetro de lo que podía filmarse (y venderse) desde España, generó devociones en el circuito de culto y dejó imágenes seminales que aún hoy marcan la memoria del género.
El punto de partida canónico está en Gritos en la noche (1962), conocida internacionalmente como The Awful Dr. Orloff. Rodada en los márgenes del franquismo, mezcla ciencia-loca, atmósfera expresionista y crónica criminal, y suele citarse como uno de los largometrajes que inauguraron el horror moderno en España, abriendo la puerta al posterior “fantaterror” de los sesenta y setenta. Su circulación internacional (bajo títulos y montajes diversos) cimentó la firma Franco/Frühauf como sinónimo de exotismo oscuro y erotismo prohibido para los mercados de exportación.
Desde ahí, Franco multiplicó alias (Jess Frank, Clifford Brown…), musas (Soledad Miranda, Lina Romay), coproductores y países, desarrollando un método: equipos reducidos, localizaciones reaprovechadas, rodajes veloces, improvisación y una puesta en escena que, en sus mejores momentos, encuentra hipnosis desde el zoom, la música (era pianista y compositor) y la repetición ritual de motivos. Esta economía de recursos, lejos de ser una limitación, le permitió atravesar décadas, mercados y géneros mientras el terror español se hacía reconocible fuera.
A 12 años de su muerte, Franco sigue siendo relevante hoy. Primero, porque su Orloff es piedra angular del imaginario gótico-científico patrio. Luego porque su idea de libertad formal (y su astucia industrial) influyeron en generaciones posteriores que aprendieron a coproducir, exportar y re-montar para distintos públicos. Y finalmente, porque su figura permite entender la relación entre censura, erotismo y horror: cómo, desde los márgenes, el terror español encontró un camino propio hacia la internacionalización del género. @mundiario
 
         
         
         
        