Alexander Skarsgård (1976) ha generado gran expectación en la edición 70 de la Semana Internacional de Cine de Valladolid con la presentación de su nueva película Pillion, dirigida por Harry Lighton y basada en la novela Box Hill de Adam Mars-Jones.
En la cinta, Skarsgård interpreta a Ray, un motero enigmático que conduce el destino de Colin (interpretado por Harry Melling), un joven tímido que se adentra en una relación BDSM con Ray. La película fue proyectada en la Sección Oficial del festival, tras su premiere mundial en Cannes, donde ganó el premio al Mejor Guion en la sección Un Certain Regard.
Durante la rueda de prensa, Skarsgård explicó que lo que le atrajo de este proyecto no fue el riesgo, sino la originalidad de un guion que combina comedia romántica, deseo, rol de poder y autodescubrimiento: “No me pregunté si hacer una película de moteros gay me asustaba. Me interesó la premisa porque vi algo rico y profundo en el personaje”.
Una de las claves de la película reside en su tratamiento del sexo en pantalla. El actor afirmó: “A menudo el sexo es aburrido. La acumulación de tensión entre los personajes suele ser más divertida. Todas las escenas tenían sentido, no estaban sólo para mostrar que dos tipos tenían sexo en el bosque”.
Las primeras reseñas coinciden en destacar la valentía de la película al presentar una relación de dominación y sumisión sin juicio moral, y hacerlo con ternura, humor y humanidad. En Rotten Tomatoes acumula un 100 % de críticas positivas. The Guardian la calificó como “una combinación audaz de comedia romántica y estudio emocional sin precedentes en el cine gay”.
La presencia de Skarsgård en Valladolid pone el foco también en su propia exploración de la masculinidad: el actor, conocido por papeles más tradicionales, ahora interpreta a un dominador que se presenta sin complejos, adoptando una estética motera y explorando la vulnerabilidad detrás del físico.
La película no sólo es una propuesta provocadora, sino que puede marcar un antes y un después en la representación del deseo y el poder en la gran pantalla. Con Skarsgård al frente, Pillion demuestra que la comedia romántica puede reinventarse cuando se atreve a cambiar quién cuenta la historia. @mundiario