viernes 24 de octubre de 2025
En Tres adioses (Tre ciotole, 2025), Isabel Coixet explora la fragilidad de los vínculos y la forma en que los cimientos de una vida aparentemente estable pueden resquebrajarse. La película, que inauguró la 69ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), sitúa su relato en torno a Marta, una profesora interpretada por Alba Rohrwacher, cuya rutina se fractura tras una ruptura silenciosa con su pareja, Antonio, un chef encarnado por Elio Germano.
El punto de quiebre no llega con estridencia sino con una discusión doméstica que, sin razón aparente, esta vez se convierte en definitiva. Poco después, un diagnóstico terminal altera el sentido del tiempo y abre la verdadera travesía del film. A partir de ese momento, Coixet abandona el terreno del drama conyugal para adentrarse en una meditación visual sobre la finitud, el recuerdo y la despedida.
Rodada en 35 mm, la película encuentra su tono en una luz cálida y melancólica que envuelve las calles de Roma. Coixet evita los recursos del melodrama convencional y apuesta por una narración contenida, donde los silencios pesan más que las palabras. En el último tramo, los gestos y las miradas sustituyen al diálogo, y la cámara se convierte en el espacio donde la protagonista acepta su transformación.
El guion, adaptado de la novela de Michela Murgia, introduce un elemento que descoloca: la fascinación de Marta por un ídolo ficticio del K-pop. Lo que en el libro funcionaba como una forma de introspección, en el film aparece como un artificio poco integrado al resto del relato. Esa decisión narrativa interrumpe el clima emocional construido con paciencia y reduce la potencia simbólica de la historia.
El eje interpretativo recae en Rohrwacher, cuya presencia sostiene el equilibrio entre vulnerabilidad y serenidad. Su actuación transmite una calma progresiva que sustituye la angustia por aceptación, un tránsito interior que Coixet filma sin subrayados. Elio Germano aporta el contrapunto de un hombre desconcertado por la pérdida, mientras Francesco Carril encarna la empatía cotidiana desde los márgenes del relato.
Sin reinventar el universo de Coixet ni romper con las convenciones del drama europeo, Tres adioses encuentra su fuerza en la observación y el gesto mínimo. La película se levanta como una despedida íntima, tanto del personaje como de su autora original, fallecida en 2023. En su aparente quietud late una pregunta que atraviesa toda la obra de la directora: cómo se aprende a vivir cuando el final ya está escrito.