
jueves 23 de octubre de 2025
En Horizonte (2024), el segundo largometraje del colombiano César Augusto Acevedo, la guerra civil se insinúa desde la ausencia. No hay enfrentamientos ni victorias, sino una niebla que cubre los rastros de lo que alguna vez fue vida. La película sitúa al espectador en un territorio incierto, un purgatorio donde dos almas —una madre y su hijo— deambulan entre las ruinas de un país fragmentado por décadas de violencia.
La historia sigue a Inés (Paulina García) y a Basilio (Claudio Cataño) en un viaje que se desarrolla fuera del tiempo. No buscan un destino geográfico, sino un sentido posible después de la devastación. El hijo, marcado por los crímenes que cometió como soldado, avanza junto a una madre que ya no pertenece al mundo de los vivos. Su tránsito es una forma de expiación y testimonio.
Acevedo evita la narrativa bélica tradicional y construye su universo a partir de silencios, atmósferas y gestos mínimos. La fotografía de Mateo Guzmán enmarca un paisaje donde la bruma es un personaje más, mientras la música de Harry Allouche profundiza un estado de hipnosis que transforma la experiencia fílmica en una meditación sobre la pérdida.
La estructura fragmentada y onírica del relato impone un ritmo introspectivo, donde los recuerdos y las visiones se entrelazan. No hay certezas, sino fragmentos de memoria que emergen y se disuelven. Esa cadencia obliga al espectador a entregarse a un lenguaje que dialoga más con el sueño que con la narración lineal.
Las interpretaciones acompañan esa contención. García adopta con naturalidad el acento colombiano de su personaje, y Cataño alterna entre la fragilidad y la culpa. La película se sostiene en la tensión entre ambos cuerpos, que avanzan en un espacio suspendido donde la muerte no trae alivio.
Horizonte propone un retrato metafísico de la guerra y de sus consecuencias invisibles. Acevedo convierte el duelo colectivo en un viaje sensorial, donde las preguntas resuenan más que las respuestas. En su tránsito entre la vida y la muerte, madre e hijo reflejan la imposibilidad de cerrar las heridas de una nación que todavía busca reconciliarse consigo misma.