
jueves 23 de octubre de 2025
Kevin (Nicolás Contreras), prófugo de la justicia, había prometido abandonar el delito, pero la enfermedad de su madre lo arrastra nuevamente al subsuelo criminal. Junto a Mística (Carmen Zabala), se lanza a recuperar el botín perdido en el hipódromo de Santiago. El relato retoma la adrenalina de la primera temporada, aunque sin expandir el arco del protagonista: más continuación que transformación.
Los Banditos vuelven a enfrentarse a viejos y nuevos enemigos —Los Carniceros, el Ruso y Panda— en una trama que equilibra la lealtad con la supervivencia. Sin embargo, la narración se apoya más en la repetición que en la tensión, sostenida por la dirección de Julio Jorquera, Alejandro Bazzano y Pepa San Martín, que priorizan la velocidad del montaje por sobre la densidad emocional.
Santiago se convierte en un escenario vivo: el Club Hípico, la Maestranza de San Eugenio y la Casa Galleguillos aportan una textura urbana que refuerza el verismo visual. La secuencia del robo, rodada con cientos de extras y un despliegue técnico imponente, sintetiza el espíritu de la temporada: una coreografía de acción que deslumbra, pero rara vez conmueve.
Como muchas segundas partes, Baby Bandito (2025) se sostiene en el recuerdo de su propio éxito. Su potencia estética persiste, pero la narración se diluye en la reiteración, dejando al espectador frente a un espectáculo eficaz, aunque previsible.