
En un mundo devastado por la escasez y la violencia, una botella de vino se convierte en el bien más valioso que existe. Así arranca Año Cero, el nuevo cortometraje del cineasta guatemalteco Sebastián del Valle, una historia distópica filmada en Burgos, España, que reinterpreta los códigos del western posapocalíptico para reflexionar sobre la fragilidad humana y el valor simbólico de los recuerdos.
La obra compite en el festival internacional Rueda con Rueda, un certamen que cada año premia cortometrajes inspirados en el mundo del vino. Producido por Studio 98 y Pelunosky Productions, Año Cero traslada ese elemento temático a un contexto extremo: un “año cero” posterior al colapso mundial, donde el licor es la última moneda de cambio y la memoria del pasado se convierte en la única forma de resistencia.
El protagonista, Gael, interpretado por el actor español Daniel Gómez, protege con desesperación una botella de vino que representa su último vínculo emocional con la mujer que amó. Pero otro hombre, movido por la supervivencia y la codicia, intenta arrebatársela. Lo que sigue es un duelo silencioso y brutal, coreografiado con precisión en un paisaje árido que recuerda tanto a Mad Max como a No Country for Old Men, dos influencias reconocidas por Del Valle.
“El protagonista no habla; es un llanero solitario moderno —explica el director—. Quería contar una historia donde la emoción surgiera de los gestos y del entorno, no de las palabras.”
Para lograr esa atmósfera seca y visualmente potente, el equipo rodó en un campo petrolero abandonado de Burgos, que ofrecía el escenario ideal para representar un planeta agotado. La fotografía, a cargo de Álex Duny, combina tonos terrosos y cielos deslavados para acentuar el carácter desolador del relato.
Del Valle, formado en la Universidad Francisco Marroquín y posteriormente en Madrid, ha trabajado como realizador, editor y productor en distintos proyectos de ficción y documental. Con Año Cero, buscó unir sus dos pasiones: la narrativa visual de acción y la experimentación estética. “Más que proponer ideas complejas, me interesa entretener. Quiero atrapar al espectador y mantenerlo dentro de la historia. Eso solo se logra con práctica, con prueba y error”, afirma.
El cortometraje fue entregado el 8 de octubre y ya ha sido seleccionado oficialmente para competir en el festival Rueda con Rueda 2025, donde participa junto a 25 profesionales españoles. La fase de posproducción —que incluyó edición, corrección de color y diseño de sonido— duró apenas dos semanas, un logro notable para una producción independiente.
La película, disponible en línea a través del portal del festival, invita también a la participación del público. Quienes deseen apoyar el proyecto pueden hacerlo reproduciendo el cortometraje y dándole “me gusta”, acciones que contribuyen a su posicionamiento dentro del certamen.
Año Cero no solo es una reflexión sobre el fin del mundo, sino sobre aquello que el ser humano decide preservar cuando todo se derrumba. En palabras de Del Valle, “no trata del vino, sino de lo que representa: la memoria, el amor y la dignidad que aún nos queda cuando todo parece perdido”. @mundiario