
lunes 20 de octubre de 2025
Estrenado en el Festival de Sundance 2025, La vecina perfecta (The Perfect Neighbor, 2025), dirigido por Geeta Gandbhir, parte de un hecho real ocurrido en Florida en 2021. El título proviene de una grabación en la que Susan Lorincz, una mujer blanca de 60 años, se presenta ante la policía como “una vecina perfecta”. Sin embargo, esa autodefinición se desmorona frente a los hechos: meses de hostigamiento, insultos raciales y denuncias infundadas contra las familias que vivías frente a su casa.
Todo comenzó con algo tan cotidiano como niños jugando en el vecindario. Los hijos de Ajike “AJ” Owens, una mujer afroamericana de 35 años, solían correr y reírse en la calle frente a la vivienda de Lorincz. Pero para ella, ese ruido era una amenaza. Lo que en otro contexto habría sido una escena trivial de convivencia barrial, se transformó en una relación marcada por el prejuicio, el miedo y la intolerancia. Lorincz comenzó a llamar reiteradamente a la policía, acusando a los niños de invadir su propiedad y alterar su tranquilidad. Las autoridades, al llegar, nunca encontraron motivos para intervenir.
Ese ciclo de quejas, silencios institucionales y tensiones crecientes derivó en una tragedia. Una tarde, luego de que uno de los niños denunciara que Lorincz le había lanzado un par de patines y le había quitado su iPad, Owens cruzó la calle para hablar con ella. Desde el interior de su casa, Lorincz llamó al 911 asegurando temer por su vida. Segundos después, disparó a través de la puerta y mató a Owens.
Gandbhir reconstruye la secuencia de los hechos a través de un dispositivo narrativo que combina entrevistas, grabaciones del 911 e imágenes de las cámaras corporales policiales. Esta metodología, cercana al true crime, se despliega con el pulso de un thriller documental, donde el montaje yuxtapone tiempos y perspectivas para revelar una cadena de omisiones y complicidades institucionales. La tensión crece no solo por la violencia del crimen, sino por la frialdad con la que el aparato judicial procesa el caso, amparado en la ley de “stand your ground”, que permite el uso de fuerza letal bajo supuesta amenaza.
El resultado es una crónica visual del fracaso del sistema judicial estadounidense, donde la autodefensa se confunde con racismo y el miedo se legitima como argumento moral. Gandbhir se aparta del sensacionalismo habitual del género y propone una reflexión sobre cómo la violencia cotidiana se vuelve invisible cuando está sostenida por estructuras de poder.
Más allá de su tono sobrio y su estructura fragmentaria, La vecina perfecta no busca cerrar una historia, sino abrir una conversación. En su aparente minimalismo formal se esconde una mirada incisiva sobre la fragilidad de la convivencia y la desigualdad racial. Gandbhir convierte el caso en un espejo: un país que se mira y no se reconoce, fracturado entre la libertad que proclama y las vidas que sacrifica en nombre de la defensa propia.