
▲ Fotograma del documental El canto de las manos, de María Valverde, que se presentó en el FICM.Foto La Jornada
Jorge Caballero
Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 18 de octubre de 2025, p. 6
Morelia, Mich., Sobre el escenario del Teatro Melchor Ocampo se encuentran los actores sordomudos Jennifer, Gabriel y José, protagonistas del documental El canto de las manos, dirigido por María Valverde, que acaba de proyectarse en el 23 Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y están preparados para hablar de su trabajo con el público.
La logística de la conferencia de prensa es totalmente diferente a todas las que se hayan atestiguado antes. Los tres actores están frente al público, entre ellos un traductor de lenguaje de señas venezolano quien traduce para el espectador oyente. Al lado de los actores, también figura el traductor del lenguaje de señas mexicano quien traduce para los sordomudos nacionales. Es la quinta esencia de la frase del filósofo Ludwig Wittgenstein: “Cuando alguien aprende un lenguaje diferente al suyo adquiere otra alma”.
El canto de las manos explora la sordera a través de la música, siguiendo a Jennifer, Gabriel y José, tres músicos sordos de Venezuela, mientras afrontan el reto de llevar a escena, por primera vez en lengua de señas, Fidelio, de Beethoven, bajo la batuta de Gustavo Dudamel. La película muestra el aislamiento que los protagonistas experimentan dentro de sus propias familias y la discriminación social por su condición auditiva, comprendiendo que la música no sólo es su refugio, sino su salvación y su esperanza.
Un viaje extraordinario que sigue los preparativos de las audiciones y el proceso creativo de Fidelio, hasta su estreno en Caracas. No sólo es la primera vez que esta pieza se representa en lengua de señas, sino también el momento en que los protagonistas debutan como actores y solistas, ofreciéndoles la oportunidad de convertirse en referentes dentro de su comunidad.
Obra en lengua de señas
En entrevista con La Jornada, María Valverde mencionó el origen de la confección de El canto de las manos: “cuando se decidió hacer Fidelio, de Beethoven, con el coro Manos Blancas de Venezuela, una obra en lengua de señas, quería contar la historia a través del coro; entrevisté a todos sus participantes y me compartieron sus relatos. Ahí descubrí que había la necesidad de contar más allá de lo que hacen profesionalmente, de lo que ellos viven y experimentan dentro de sus propias familias como personas sordas, o sea, sentían una necesidad vital de poder expresar cómo el arte para ellos es importante en su día a día”.
María Varlverde señaló que ella buscaba “contarlo de una forma muy intimista, de poder entender el proceso creativo y fueron Jennifer, Gabriel y José quienes realmente me llamaron la atención, sobre todo porque tenían algo en común: la falta de la madre, que para mí era importante encontrar cómo a cada uno le afecta en su vida, para bien y para mal”.
Para la cineasta fue importante este encuentro y explicó: “en la creación de Fidelio con la Filarmónica de Los Ángeles fue donde conocí sus historias personales, desde un lugar muy técnico a base de puras entrevistas, pero sentí la necesidad de entender un poquito más de sus vidas, de cuáles eran sus sueños y cuáles eran sus historias, así fue desarrollándose naturalmente. Luego Gustavo (Dudamel) quiso hacer la ópera en Caracas y que ellos formaran parte del elenco principal. Todo esto iba a contrarreloj, sin poder planificar realmente lo que pasaba; hicimos un equipo todoterreno en el cual estábamos alertas a ver qué momentos robábamos, o sea estábamos constantemente grabando lo que ocurría. “Claro cuando llegamos a la sala de montaje, fue ahí donde creamos la película realmente, no durante la grabación, porque había que seguir el recorrido de un espectáculo en Venezuela. Tuvimos la ocasión de ir en dos tandas para realizar el rodaje; de hecho lo hicimos en 25 días porque había algo que seguir, o sea, no era algo planificado en ningún momento, la filmación fue por ratos. Tenemos material para hacer una docuserie o los cortes de la directora”.
Valverde explicó la relación creativa que tiene con Dudamel y los hilos que los unen: “creo que cada uno tiene su espacio y nos la pasamos admirando la belleza de todo; como directora he tenido que encontrar el camino que él buscaba para crear, esa mirada intimista que me permitió el lujo de tener esa cercanía. Al final, siempre quise que Gustavo no fuera el protagonista en esta historia, quería que fueran ellos, y eso es un gran acto de generosidad de su parte, porque al final él es el maestro generando estos sueños. Desde el inicio, los dos estuvimos de acuerdo en tener el sentido de que este Fidelio nació de aquí, de nosotros, y ese canto es mucho dignificar el trabajo que llevan haciendo tantos años con el coro Manos Blancas dentro del Sistema de Orquestas de Venezuela. El canto de las manos es una carta de amor realmente al maestro José Antonio Abreu, fundador de la escuela en los años setenta, quien creó no solamente el Sistema de Orquestas, sino que fundó un programa dentro del sistema que le diera visibilidad y dignificara la vida de estos artistas, personas con discapacidad”.
A partir de la jefatura que reza que hay dos límites para terminar una obra: la aburrición o la muerte, María Valverde dice: “yo seguiría montando la película, porque fue algo constante, sobre todo que el documental es algo que está vivo y no tuve la posibilidad, por las circunstancias, de planificar como si hubiera hecho algo que estuviera totalmente dramatizado. Me sentí una ladrona de momentos, porque al final hay una cuestión de respeto y es una cosa que el equipo y yo nos convertimos en uno más; hubo varios momentos de transformación también para nosotros, fuimos una persona más del coro, ellos entendieron cual era la misión del documental, cuál era la historia que yo quería contar, y al final creo que es muy importante tener un equipo que entendiera eso, que estuviera sensibilizado con la historia que estábamos contando, sobretodo respetar a las personas que estábamos grabando porque nos metimos en momentos muy íntimos como, por ejemplo, un parto”.