
La historia sigue a Charles Krantz, conocido como Chuck, interpretado por Tom Hiddleston, un contador cuya vida cotidiana esconde pasiones y secretos que solo se revelan a lo largo de tres momentos clave narrados en orden cronológico inverso. La película inicia con un escenario apocalíptico, donde los habitantes de una pequeña ciudad estadounidense afrontan el fin del mundo. En este contexto, Chuck aparece como una figura presente pero desconocida para los demás, lo que introduce al espectador en una trama donde el tiempo no es lineal y la comprensión de los eventos depende de la progresión hacia atrás de la historia.
En la segunda parte, la narrativa retrocede para mostrar la vida personal de Chuck, incluyendo su rol como esposo, padre y contador, y sus pasiones más íntimas, como la música y el baile. La película explora también momentos significativos y trágicos de su vida, desde la pérdida de sus padres hasta el primer amor y la relación con sus abuelos, estableciendo un vínculo emocional que permite comprender mejor su carácter y decisiones.
El tercer acto, que se desarrolla al inicio de la película, adquiere un tono apocalíptico y sirve como metáfora de la impermanencia de la vida. Durante esta sección, se revelan problemas de salud de Chuck, especialmente dolores de cabeza, que se conectan con el desenlace de la historia. La narrativa avanza hacia atrás para mostrar cómo estas experiencias se desarrollaron a lo largo de su vida, incluyendo la revelación de un secreto familiar: una habitación cerrada de su abuelo que mostraba a las personas cómo morirían. Este descubrimiento permite comprender la estructura inversa de la película y el significado profundo de la vida de Chuck, culminando con su muerte y la simbólica desaparición de su universo interior.
Nick Offerman aporta la voz de un narrador que guía al espectador en la comprensión de los eventos y plantea reflexiones sobre el sentido de la vida y la mortalidad. Flanagan, conocido por su trabajo en géneros de terror y suspense, combina en este proyecto elementos de Stephen King que van más allá del terror convencional, explorando lo humano y lo emocional en lugar de lo sobrenatural. La película transmite una reflexión sobre la impermanencia, los recuerdos, las cicatrices emocionales y la importancia de valorar los momentos, tanto los triviales como los significativos, que conforman la existencia de cada individuo.
La vida de Chuck presenta un enfoque cinematográfico innovador que mezcla lo surrealista con lo profundamente humano, invitando al espectador a contemplar la vida como una serie de destellos temporales en el universo, mientras se exploran las multitudes internas que conviven dentro de una sola persona. La combinación de la narrativa inversa, las actuaciones de Hiddleston y el apoyo de Offerman, así como la adaptación fiel al espíritu de la obra de King, convierten a este proyecto en una experiencia cinematográfica compleja y emotiva. @mundiario