
jueves 16 de octubre de 2025
Manuel Gómez Pereira regresa con La cena (2025), una adaptación de la obra teatral de José Luis Alonso de Santos que sitúa la acción en un Madrid herido, apenas dos semanas después del fin de la Guerra Civil. El encargo es inverosímil: organizar un banquete para Franco en el Hotel Palace, convertido en hospital de campaña. Esa premisa sostiene una dramedia que mezcla con precisión humor, tensión y crítica social, aunque no todos los ingredientes logran la misma consistencia.
La puesta en escena es uno de los grandes aciertos del film. La reconstrucción del Madrid de 1939 —vestuario, espacios, iluminación— crea una atmósfera convincente que acompaña el tono tragicómico. Sin embargo, cierta estilización visual cercana a la televisión puede restarle crudeza a la tragedia que aborda.
El elenco funciona como el eje emocional. Mario Casas, en el rol del teniente Medina, y Alberto San Juan, como el gerente del hotel Genaro, sostienen una dinámica cargada de tensión ideológica y atracción reprimida. Casas encuentra un registro contenido, mientras San Juan aporta una naturalidad expresiva que equilibra ironía y vulnerabilidad. La química entre ambos da fuerza a una historia atravesada por la obediencia, el miedo y la supervivencia.
El guion, fiel a su origen teatral, exhibe límites en la construcción coral. Algunos personajes secundarios no logran escapar del trazo grueso y caen en el estereotipo, especialmente en el retrato del bando nacional. Asier Etxeandía, como el oficial Alonso, compone un antagonista que bordea lo caricaturesco, desentonando con los matices del resto del reparto. En cuanto a la estructura, la narración requiere ciertos saltos de fe para mantener la verosimilitud del conjunto.
Donde La cena plantea su mayor desafío es en el tono. La decisión de usar la sátira como herramienta para exponer el miedo y la obediencia durante el franquismo resulta pertinente. Sin embargo, esa apuesta no siempre se mantiene equilibrada: en su búsqueda de un tono accesible, la comedia diluye por momentos la potencia política del relato.
Aun así, la película no se limita al retrato histórico. Al abordar la censura, la represión de la sexualidad y la normalización de la violencia, el film dialoga directamente con el presente. La cena funciona como una advertencia sobre los mecanismos del poder y la persistencia de los discursos autoritarios en la sociedad contemporánea.
Puede que no todos los sabores del banquete estén equilibrados, pero el resultado es estimulante. Gómez Pereira logra una obra que entretiene, provoca y recuerda que la risa puede ser una forma de resistencia. Un espejo incómodo donde el pasado y el presente comparten mesa.