
“Las películas son más inteligentes, que las personas que las hacen”, señala David Pablos
▲ Fotogramas de la cinta En el camino, de David Pablos
Jorge Caballero
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de octubre de 2025, p. 7
Morelia, Mich., La inaudita e impetuosa cinta En el camino, de David Pablos, embrujó a la audiencia del 23 Festival Internacional de Cine de Morelia. En entrevista con La Jornada el director mencionó: “tuve muchas dudas en diferentes etapas en el rodaje, quizás donde hubo más fue en la edición al formato que va a quedar en el filme, donde se desprende del guion y es una fase de redescubrir la película y es lo más difícil”. En el camino llegó al festival michoacano con dos premios obtenidos en el Festival de Venecia.
La cinta cuenta la historia de Veneno, un joven que frecuenta restaurantes perdidos de carretera, en donde se acuesta con traileros. Ahí conoce a Muñeco, un conductor con problemas de alcoholismo y drogadicción. Al viajar juntos e intimar en el camino, empiezan a vender drogas y así inicia un romance ambiguo, shakesperiano pero que también funciona a lo Jean Genet o a lo William Burroughs pero con conductores de tráileres con autoestopistas y el golpeteo incesante de la jerga usado en el norte de México. Todo cambia cuando el pasado inmediato de Veneno lo alcanza.
Continuando con su explicación Pablos señala: “sabía que hice una película, la filmé como sentí que tenía que hacerlo, pero claro que dudé mucho en la edición, hubo muchos momentos, no diré que fueron de crisis, pero sí de muchos cuestionamientos importantes. Sí creo que las películas son mucho más inteligentes que las personas que las hacen, comienzan a tener un discurso mucho más profundo y hay algo que también es muy inconsciente en ese proceso: uno va desarrollando ciertos temas pero al final hay algo muy mágico que sucede cuando todo comienza a cobrar significado en todos los niveles y el director comienza a darse cuenta de ciertos elementos de los cuales no era totalmente consciente. Uno descubre cosas hasta tiempo después de haberla filmado”.
Masculinidad y violencia
Pablos se remitió al primer momento en que se dio cuenta que tenía que llevar este tema a la pantalla grande, comparte su recuerdo más remoto: “una vez estaba en un taller mecánico del norte de México y atestigué la interacción de varios hombres, tenían muchas capas, muchos códigos que se me hicieron muy interesantes del mundo de los traileros, así surgió la posibilidad de contar una historia de amor entre dos hombres en ese mundo, en ese contexto. Fue algo muy intuitivo. Después tuve mucho tiempo para conocer el mundo trailero e investigar. Donde el mejor horario para investigar la vida de estos choferes es en las madrugadas, cuando más vida hay en las cachimbas. Éste fue un guion que se fue bordando a partir de la observación, y, concretamente siento que el reparto abonó mucho a lo que ahora es la película, además del mundo trailero, rodar en Ciudad Juárez comenzó constantemente a arrojarnos ideas y moldeó muchísimo el guion”.
Sobre los diálogos, Pablos mencionó: “En el camino fue un proyecto que inició hace muchos años. La idea de contar una historia cargada de homoerotismo en el contexto de los traileros me sedujo: sus peripecias tan peculiares, el atractivo visual de ese mundo, su brutalidad, pero también la calidez que envuelve al grupo de hombres que forman una hermandad en la carretera. Me parece que es un entorno idóneo para hablar sobre la masculinidad y violencia, a través de estos personajes, quienes están rotos, y que, contra toda expectativa, uno se vuelve el refugio y complemento del otro”.
Agregó: “entre muchas otras cosas, la película muestra el deseo masculino, el sexo entre hombres, y claro que lo quise hacer sin ningún pudor, obviamente todo se habló con los actores, hubo mucho cuidado en cómo hicimos las escenas de sexo, porque si hablamos de este tema no nos podíamos dar el lujo de ser pudorosos. Este mundo que reflejamos del norte de Juárez viene de historias que escuché en la investigación que realicé como los harenes de narcos con chicos gays u otras imágenes que me tocó ver, como el de un hombre vaquero con un jovencito, quizás incluso menor de edad; eso detonó muchas ideas creativas en mí. Todas estas expresiones de masculinidad y su deseo es interesante abordarlos en contextos donde no suelen verse, donde no se representa, no únicamente en la Condesa o en la Roma”.
Sobre la jerga usada en la cinta, donde los motes definen a las personas y las groserías son el lenguaje común, el director comentó: “calqué la manera en cómo hablan, de hecho los traileros no saben sus nombres, se llaman por sus apodos. Me fascinó esa sociabilidad que se genera entre ellos en el camino, en las cachimbas y era muy importante retratar las formas, los apodos. Poner la jerga que ellos manejan, ver la vida dentro del tráiler de noche expuesto a la vía láctea en una carretera oscura es una sensación muy especial, incluso de mucha vulnerabilidad, están en un limbo en medio de la nada. Hay algo muy entrañable en la vida del trailero como el desprendimiento de la familia la nostalgia de no pertenecer a nadie a ningún lado por estar en constante tránsito, eso me conmovió mucho”.
El director concluyó: “algo que no le he dicho a nadie sobre la película es que las primeras imágenes que aparecieron en este guion fue cuando el hijo ve a su padre desnudo en la ducha y eso parte de una experiencia personal, es un recuerdo mío de infancia. No puesto igual, pero es algo que tenía que cobrar vida en la película”.
Un director con voz propia: Inna Payán
En la charla también participó Inna Payán, productora de la cinta, mencionó que su relación con David Pablos proviene desde hace casi una década: “cuando vi su película Las elegidas, me lo encontré aquí en el FICM y le dije que me gustaría trabajar con él y bueno me dijo ‘sí,sí’, como que me dio el avión. Siempre he pensado que en él hay un director con una voz propia, profunda, clara en lo que quiere hacer y cómo lo quiere contar. Después nos encontramos muchas veces. Un día llegó a la oficina con el guion de En el camino, lo comenzamos a trabajar, desarrollar, pensar y arrancamos.
“En lo que más nos tardamos fue en encontrar a Víctor, porque tenía que ser un actor natural y gay. Cuando lo encontramos nos fuimos a Ciudad Juárez, un lugar peligroso, caro y lejano. A pesar de que tuvimos muchos percances, todo estuvo muy bien, la ciudad en sí fue un personaje más, tiene una belleza muy particular, interesante y rara. Me quise salir en algún momento porque sentí que el tema era muy violento. El director no quiso porque era su ciudad y es donde quería rodar. Nos quedamos, pedimos ayuda a la Guardia Nacional para que nos cuidara, y filmamos.”
La productora indicó que la película fue muy cara: “Así que invitamos a la productora La Corriente del Golfo mediante Diego Luna, aceptaron y fungen como coproductores y así fuimos haciendo la cinta donde también participó la compañía Una Casa de Maestros”.
A la pregunta de cómo reconoció el valor de esta cinta, Inna Payán anotó: “David es muy seguro de lo que está haciendo, sí pide ayuda y pregunta, pero él siempre toma sus decisiones, y en este caso como era su historia, traté de respetarlo lo más posible y sólo coadyuvé en lo que él necesitaba, lo mejor posible para que hiciera la película que él quería hacer y porque veo a un gran director”.