
miércoles 15 de octubre de 2025
Reconforta ver una película de terror que no intenta disfrazarse de lo que no es. Masacre en el Delta (2025) entiende perfectamente sus propias reglas: es un slasher argentino con machete en mano (en realidad es como una hacha rara), que no busca revolucionar el género, sino rendirle homenaje, y en ese gesto, encuentra su identidad.
Dos parejas van a una isla del Delta para relajarse y desconectar un fin de semana. Tras una muerte inesperada en medio de un ritual de “sanación”, quedan atrapados con un sociópata que busca venganza y se ven obligados a luchar por sobrevivir.
Facundo Nuble, que hasta ahora venía destacándose como director de fotografía en producciones como Soy tóxico de Daniel de la Vega y Pablo Pares o Los Olvidados de los hermanos Onetti, demuestra en su debut detrás de cámara una mirada firme, segura, con una puesta que aprovecha al máximo la geografía del Delta. Hay barro, hay madera húmeda, hay calor. El entorno se vuelve parte del relato, y eso no es poca cosa: el paisaje se siente como un personaje más, casi tan amenazante como el psicópata al acecho.
Jimena Grandinetti, Lara Crespo, Ariel Gangemi, Juan Ignacio Pagliere, Guillermo «Walas» Cidade, Emilio Agazzi, Alicia Martínez, Néstor Somma, José Luis Arias, Yoska LaÌzaro, Paula Vásquez y Jorge Montejo, acompañan con naturalidad y entrega, algo fundamental en una propuesta de estas características. Nadie sobreactúa la tensión ni el absurdo: la línea entre el miedo y la risa es finísima, y la producción se mueve cómoda sobre ese filo. Hay un timing cómico muy porteño, donde lo grotesco y lo cotidiano se mezclan sin pedir permiso, y el resultado es una película que se disfruta más por su energía que por su perfección.
Nuble se suma a una nueva camada de realizadores que entienden que el terror local puede ser rústico, imperfecto, pero también genuino y divertido. Masacre en el Delta es, ante todo, eso: una celebración del slasher criollo.