
miércoles 15 de octubre de 2025
Frankie y los monstruos (Stitch Head, 2025) fusiona elementos de la mítica Frankenstein (1932) con la conmovedora historia de El hombre elefante (The Elephant Man, 1980) para armar un relato sobre la aceptación y la superación.
La película parece seguir la estructura clásica de Frankenstein con la creación de un niño monstruo junto a otras criaturas en un castillo. Sin embargo, la trama toma un giro inesperado cuando las criaturas, lejos de ser repudiadas, entran en un proceso de adoctrinamiento educativo. A través de un sistema de proyección, se les enseña a temer a los humanos, lo que les impide salir del castillo. Un giro que recuerda a Monsters, Inc. (2001), en la manera en que los monstruos son condicionados a seguir un rol específico en la sociedad.
Cuando un circo de fenómenos llega al pueblo, en busca de nuevas atracciones para su show itinerante, el capataz del espectáculo de fenómenos quiere reclutar a Frankie, para obtener grandes ganancias. A través del engaño -le dice que es su oportunidad para ser querido- convence al niño monstruo de unirse a su show. Esta dinámica refleja la miserabilidad humana de un hombre sin escrúpulos cuando se trata de obtener dinero fácil, un tema central también en El hombre elefante, de David Lynch.
Más allá de la trama en sí, que funciona como una metáfora de la ambición desmedida del capitalismo, la producción cuenta con un ritmo dinámico, colores vivos que contrastan con el gris pueblo y mucho movimiento orquestado por un gran despliegue visual. Sin embargo, el humor no funciona de manera efectiva. Aunque presente, no logra acertar en los momentos justos, lo que impide que la película se convierta en un relato completamente redondo.
Frankie y los monstruos funciona con su mensaje de aprendizaje y reflexión sobre la humanidad, aunque su humor y ritmo narrativo podrían haberse ajustado para alcanzar su máximo potencial.