
Michaël Dudok de Wit no solo propone una historia en la que el diálogo está ausente, sino que enfatiza fuertemente lo onírico e imaginativo. Para ello, presenta escenarios con secuencias donde predomina el realismo mágico, a pesar de desarrollarse en un contexto diferente. En conversación con EscribiendoCine, el director neerlandés explicó su interés por el realismo mágico y los desafíos que supuso trabajar en una película sin diálogos.
Esta es una película sin diálogos en la que las imágenes son las verdaderas protagonistas. ¿Qué fue lo más desafiante al trabajar en un proyecto con estas características?
La parte más desafiante fue lograr que la película fuera clara y que el público comprendiera lo que quería mostrar sin agregar diálogos de ningún tipo. Tuvimos que transmitirlo a través del lenguaje corporal de los personajes, y del lenguaje cinematográfico y de la animación. Es cierto que hubiera sido más fácil que los personajes hablaran en algunas partes, pero los animadores dedicaron tiempo extra en las escenas para asegurarnos de que el espectador pudiera interpretar, a su modo, lo que los personajes ‘decían’ y lo que queríamos transmitir con la película.
Estoy feliz con el resultado, aunque en su momento estaba nervioso. De todos modos, la falta de diálogos no fue un desafío, sino una característica que me gustaba mucho. Lo veía como un juego en el que el espectador, con su intuición y lógica, intenta interpretar lo que sucede, en lugar de ser tan directo con los hechos que ocurren en el film. Me gusta experimentar con eso.»
¿En qué te basaste para crear esta historia?
La idea de alguien solo en la naturaleza, especialmente en la naturaleza tropical, me atraía mucho desde mi niñez. Cuando era niño, vi varias series de televisión en blanco y negro sobre Robinson Crusoe en una isla desierta y quedé hipnotizado con esa idea. ¿Qué hace uno cuando está solo en la naturaleza? Puedes pensar en construir una cabaña, una mesa y sillas, y en cómo hacer fuego. Es muy interesante, sobre todo cuando eres niño.
Pero para esta película, hice mucha investigación, recurriendo a fuentes de información sobre personas que literalmente estuvieron solas en la naturaleza por un tiempo prolongado y otras que estuvieron en una balsa en el océano. Los humanos somos seres sociales; no nos desenvolvemos bien cuando estamos solos. Estar solo está bien si es por vacaciones, eso es totalmente diferente, o si sabes que será por un corto tiempo. Pero cuando empiezas a sentir que no solo estás solo ahora, sino que puedes estarlo hasta que mueras, eso es muy aterrador para algunas personas. Es tan deprimente que la gente muere muy rápido, entra en pánico. No todos, pero mucha gente lo hace.
De todos modos, esa no era la historia que quería contar. Yo quería narrar una historia en la que una persona se transforma; no inmediatamente, pero comienza a darse cuenta de que está en la naturaleza y que no está sola, sino con la naturaleza.»
Esta es una película con muchos detalles oníricos. ¿Cómo se te ocurrieron y cómo lograste añadir estos elementos de una manera tan natural?
Puedo decir dos cosas al respecto: La primera, que es algo muy sorprendente, es que no me gusta ver sueños en las películas. En los sueños todo puede pasar, literalmente cualquier cosa. Esto es psicodélico y solo funciona brevemente si el sueño tiene un propósito particular. Ahí se vuelve interesante, pero este detalle debe aparecer muy poco y debe ser muy importante para el avance de la historia.
En mi caso, mantuve los sueños muy simples, amplificando simplemente la historia, ya que pertenecen a ella. Así que esa es una respuesta: los mantuve muy sencillos, de una forma en la que los sueños se puedan sentir. No pensé mucho en que el protagonista tenía que soñar con algo específico. Para planear esto, me puse en su lugar y pensé: ¿qué haría yo? ¿Qué pasaría en mis sueños? Mis sueños están llenos de imaginación. Tenía varias ideas de sueños poderosos para este personaje, pero elegí los que más me gustaban.
En segundo lugar, como persona, estoy muy centrado, trabajo mucho con mis manos, me gustan los elementos, los olores, el tacto, los sonidos. Me gusta estar realmente en el lugar, pero al mismo tiempo soy consciente de que gran parte de lo que experimentamos en la vida tiene que ver con nuestra imaginación. Hay una cualidad onírica en nuestra vida. Puede haber diferentes experiencias en el mismo lugar. Nuestra imaginación es una gran parte de nuestro día, de la que a veces no nos damos cuenta; de hecho, la película juega con lo que influye en nuestras emociones y pensamientos.
Debo decir que tengo un gran amor por un estilo de literatura llamado realismo mágico. Me gustan mucho Gabriel García Márquez e Isabel Allende. Ambos son de esos escritores que se dan cuenta de que la realidad y la imaginación en verdad se están mezclando.
¿Qué mensaje te gustaría dejar a la audiencia?
Idealmente, que los espectadores se den cuenta de cuánto aman a la naturaleza. No los estoy obligando a amarla; a ellos ya les gusta. De hecho, todos lo hacen en cierto punto.