
Bala perdida sigue a Hank Thompson (Austin Butler), un exjugador de béisbol colegial que intenta rehacer su vida en la Nueva York de finales de los 90. Su rutina de camarero y su relación con Yvonne (Zoë Kravitz) parecen sencillas hasta que su vecino, Russ (Matt Smith), le deja la responsabilidad de cuidar de su gato durante unos días. Lo que en apariencia es un favor menor se convierte en el detonante de una serie de eventos completamente imprevisibles: Hank se ve envuelto en una red de criminales de distinta índole que persiguen un objeto de gran valor y deberá usar toda su astucia para sobrevivir.
Desde el primer minuto, la película se convierte en un torbellino constante. Nunca sabes qué pasará a continuación; la trama está llena de giros, sorpresas y momentos de acción que alternan violencia brutal con comedia negra. Aronofsky demuestra que puede mantener la tensión y el ritmo sin recurrir a su habitual tono depresivo o excesivamente psicológico, ofreciendo una experiencia cinematográfica fresca y absorbente.
Un reparto que sostiene la locura
El elenco de Bala perdida es uno de sus puntos fuertes. Austin Butler compone un Hank vulnerable pero ingenioso, capaz de sobreponerse a los obstáculos más insospechados, mientras Zoë Kravitz aporta carisma y estabilidad emocional al personaje. Matt Smith es el vecino punk que inicia el caos, y Bad Bunny, en un rol sorprendentemente cómico y letal, suma un toque imprevisible que refuerza la sensación de que cualquier cosa puede suceder.
El resto del reparto, que incluye a Regina King, Liev Schreiber, Vincent D’Onofrio, Griffin Dunne y Carol Kane, se integra de manera impecable, haciendo que cada interacción se sienta natural y contribuyendo a la dinámica de constante incertidumbre de la película. Aronofsky logra que incluso los personajes secundarios tengan peso en la historia, generando momentos de tensión y humor de manera simultánea.
Acción y emoción al límite
Si hay un elemento que define Bala perdida es la acción incesante. Desde persecuciones callejeras hasta enfrentamientos cuerpo a cuerpo, la película mantiene al espectador al borde del asiento. La combinación de violencia realista, decisiones inesperadas y un ritmo vertiginoso hace que nunca se pierda el interés, incluso cuando los giros se vuelven cada vez más absurdos.
Un aspecto curioso es cómo la vida de Hank cambia a raíz de un acto aparentemente menor: cuidar al gato de su vecino. Este detalle, sencillo pero determinante, transforma la narrativa y redefine al personaje principal, mostrando que incluso en medio del caos, las decisiones personales tienen un impacto profundo.
Un cambio de tono en Aronofsky
Bala perdida también destaca por su capacidad de cambiar la percepción habitual del cine de Aronofsky. Mientras que en películas anteriores el director exploraba la obsesión, la culpa y la angustia psicológica, en esta ocasión se inclina hacia un thriller urbano con toques de comedia negra, acción y situaciones imprevisibles. La Nueva York de los años 90 se convierte en un escenario vivo, con su estética urbana, el bullicio de la ciudad y la violencia omnipresente como telón de fondo.
Este cambio de tono no solo sorprende, sino que refresca la filmografía del director, demostrando que puede trabajar fuera de sus zonas de confort y ofrecer entretenimiento puro sin perder calidad narrativa ni visual.
Una experiencia cinematográfica que vale la pena
En resumen, Bala perdida es un thriller emocionante, impredecible y cargado de acción, con un reparto sólido que sostiene la historia en todo momento. Aronofsky consigue cambiar su estilo habitual, aportando dinamismo y locura a cada escena, mientras que la ciudad de Nueva York y sus habitantes se convierten en un personaje más de esta trepidante aventura. La película demuestra que, a veces, un pequeño acto puede desencadenar un caos absoluto y que, frente a lo inesperado, la acción y la emoción son la mejor guía para sobrevivir. @mundiario