
El guionista Christian Gayoso, primer director ejecutivo del INAP, repasa los orígenes de la institución, los avances logrados en materia de financiamiento, formación y cooperación internacional, y la importancia de que festivales como Oberá sigan tendiendo puentes entre cinematografías hermanas.
El INAP es una conquista muy reciente, pero detrás hay un largo camino. ¿Cómo se llega a tener finalmente una institución de cine en Paraguay?
La lucha por una institucionalidad para el cine paraguayo fue una lucha de décadas. Durante mucho tiempo los y las trabajadoras del audiovisual empujamos desde distintos espacios, algunos tan significativos como Oberá en Cortos que fueron fundamentales no solo para visibilizar nuestras obras, sino también para reflexionar sobre la necesidad de contar con políticas públicas sostenidas. De esos espacios surgieron los actores clave que luego impulsaron la creación del instituto.
La Ley 6106 de Fomento al Audiovisual, sancionada en 2018 y reglamentada en 2019, fue el punto de partida. Esa ley creó el INAP y el Fondo Nacional del Audiovisual Paraguayo (FONAV), que estableció un esquema de participación público-privada inédito en la región. Tras algunos retrasos por la pandemia, finalmente en junio de 2021 fui designado como su primer director ejecutivo. El año 2022 marca el inicio de su vida institucional plena, cuando el INAP logró su inclusión en el Presupuesto General de Gastos de la Nación.
Financiamiento y líneas estratégicas
El INAP no solo vino a dar un marco institucional al cine paraguayo: vino a dotarlo de recursos reales. Según Gayoso, el FONAV se financia a través del tesoro público, donaciones, regalías, actividades propias y fondos provenientes del comercio audiovisual.
“Actualmente, la partida presupuestaria asciende a unos 5,2 millones de dólares, una cifra muy importante para Paraguay. Este año ya recibimos un anticipo que nos permitió desarrollar acciones misionales clave: fortalecer nuestras convocatorias para proyectos en etapa de desarrollo, producción y distribución, además de lanzar nuestro propio cash rebate, el Pro API (Proyecto Audiovisual del Paraguay)”, explica.
El plan de ejecución del INAP se apoya en tres ejes principales: Producción nacional, con líneas de financiamiento ampliadas y la incorporación de la producción seriada; Incentivo a la inversión extranjera, a través del cash rebate que busca atraer rodajes internacionales y Formación y educación audiovisual, tanto en la generación de público como en la creación de una escuela pública y gratuita de cinematografía, con capacidad para formar a 300 personas por año y abierta también a estudiantes de la región.
“Queremos que el cine esté presente en todos los niveles educativos del Paraguay. La formación de público y la creación de una escuela son esenciales para consolidar una industria con raíces sólidas y mirada regional”, afirma Gayoso.
Una nueva etapa para el cine paraguayo
El desarrollo de la producción audiovisual paraguaya ha sido notable en los últimos años. “En 2019, antes de la pandemia, tuvimos un récord de nueve estrenos. Hoy estamos retomando ese ritmo, con unos cinco estrenos anuales, pero con proyectos más sólidos y procesos mucho más profesionales”, destaca.
Uno de los avances más relevantes fue la implementación de la línea de desarrollo de proyectos, una herramienta que, según Gayoso, “ha transformado la manera de pensar el cine en Paraguay”.
“Esa línea permitió que los realizadores bajen la pelota al piso y reflexionen sobre su obra como producto cinematográfico, con objetivos claros de circulación y exhibición. Antes, la batalla era solo filmar; hoy los proyectos se piensan con visión internacional”.
Los resultados ya son visibles. Las películas financiadas por el INAP están recorriendo festivales del mundo. Un ejemplo es Bajo las Banderas, el Sol, de Juanjo Pereira, que participó en el Mercado Entre Fronteras de Oberá en Cortos y luego tuvo una destacada trayectoria en el Festival de Berlín, manteniéndose tres semanas en cartelera paraguaya con más de 5.000 entradas vendidas.
“Ese dato es muy significativo: un documental sosteniéndose en salas comerciales durante semanas es un indicador de que el público paraguayo está redescubriendo su propio cine”, sostiene.
Integración regional y vínculos con Argentina
El audiovisual es, por definición, un territorio de colaboración. En un contexto donde Argentina enfrenta recortes en su política cultural, Paraguay aparece fortaleciendo sus lazos de cooperación.
“Si bien los fondos son fundamentales, muchas veces las gestiones y articulaciones facilitan tanto como el dinero mismo”, reflexiona Gayoso.
El INAP mantiene diálogo constante con el INCAA, el IAAviM (Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones) y organismos del MERCOSUR. “Con Argentina tenemos una relación estratégica. Compartimos historia, cultura y desafíos. Con Misiones, en particular, hay una cercanía natural que facilita las coproducciones. Estamos trabajando para dar el salto a la coproducción de largometrajes, después de experiencias muy positivas en cortos y desarrollo”, comenta.
El reciente acuerdo audiovisual del MERCOSUR, impulsado con la participación de la abogada argentina Anabel Jessenne, brinda un marco moderno y flexible que permitirá, según Gayoso, “una integración mucho más efectiva en el campo jurídico y productivo”.
“Argentina tiene una historia riquísima en el ejercicio del cine. Para nosotros es estratégico aliarnos, aprender y trabajar juntos. Vamos a transitar todos los caminos que nos conduzcan a Argentina, sin duda”, afirma.
Oberá en Cortos: un punto de encuentro decisivo
Este año, la participación paraguaya en Oberá en Cortos fue particularmente significativa. Con obras como Kuarahy-ára – El tiempo del sol dirigida por Hugo Gamarra -financiada por el INAP-, el país mostró su creciente presencia en los festivales regionales.
“Llegar a un festival donde las películas paraguayas ya lucen el logotipo del INAP es una satisfacción enorme. Este festival tuvo un papel clave en inspirarnos a construir nuestra institucionalidad. Espacios como Oberá en Cortos nos enseñaron el camino”, destaca Gayoso.
La visita tuvo, además, un carácter simbólico. “Mi mandato como director ejecutivo termina el próximo año, por lo que esta fue mi primera y última participación oficial en el festival. Quise venir personalmente a agradecerle a Oberá todo lo que ha aportado al cine paraguayo en estos años”, confiesa.
Un futuro que se está escribiendo
A tres años de su consolidación, el INAP representa para Paraguay un salto cualitativo y simbólico. “Hoy tenemos fondos, políticas y una estructura institucional que antes eran solo un sueño”, dice Gayoso. Pero más allá de los números, lo que está en juego es un cambio cultural profundo: la consolidación de una identidad audiovisual paraguaya, capaz de dialogar de igual a igual con la región.
“Estamos viviendo el momento más sólido de nuestra historia audiovisual. Y todavía es solo el comienzo”, concluye.