
El fenómeno cultural de 2023, M3GAN, elevó las expectativas para su secuela, M3GAN 2.0, a niveles inalcanzables. Desafortunadamente, el regreso de la muñeca de inteligencia artificial parece haber sucumbido a la inevitable maldición de las secuelas, al no lograr capturar la chispa única que hizo de la original un éxito de taquilla y un ícono viral.
Mientras que la película original brilló por su tono perfectamente equilibrado una mezcla de sátira ácida sobre la tecnología y terror genuino, esta segunda entrega se siente, en gran medida, genérica. Los críticos y la audiencia señalan que el factor «sorpresa» y el humor negro, tan distintivo de la primera cinta, fueron sacrificados en un intento de forzar el terror y expandir la mitología de una manera predecible.
Víctima de su Propio Éxito
La presión para replicar el éxito viral de M3GAN (incluyendo su famoso baile) resultó ser el mayor obstáculo de M3GAN 2.0. La campaña de marketing fue masiva y se centró demasiado en el glamour y el aspecto camp del personaje, pero no se tradujo en una innovación narrativa significativa.
La secuela se ha limitado a seguir la fórmula establecida: un entorno nuevo, más personajes en riesgo y, por supuesto, una escalada en la violencia de la muñeca. Sin embargo, al despojar a M3GAN de la sutileza psicológica que la hacía aterradora, los cineastas la transformaron en una amenaza más convencional. La muñeca, que antes era una crítica inteligente a la sobreprotección y la dependencia tecnológica, ahora parece ser solo otro juguete asesino de una franquicia de terror en serie.
El productor James Wan y la guionista Akela Cooper habían prometido una exploración más profunda de la relación entre la tecnología y la humanidad. No obstante, la ejecución final se desvía hacia el espectáculo por encima del subtexto, decepcionando a quienes esperaban una continuación que mantuviera el alto nivel de comentario social que convirtió a la original en un clásico instantáneo. Para muchos, M3GAN 2.0 es un recordatorio de que replicar un fenómeno no es tan simple como reciclar un meme popular.