
Guillermo del Toro volverá a rodar en España más de dos décadas después de haber creado dos de sus obras más emblemáticas. El director mexicano, ganador del Oscar por La forma del agua y Pinocho, ha confirmado que su próxima película se filmará en el país y que servirá como “cierre espiritual” de la trilogía que comenzó con El espinazo del diablo (2001) y continuó con El laberinto del fauno (2006).
La noticia fue revelada por el propio cineasta durante un evento cinematográfico celebrado en Madrid, donde adelantó que el proyecto —aún sin título oficial— retomará temas centrales de su universo: la pérdida, la memoria, la infancia y los fantasmas que deja la guerra. “Será una historia sobre los fantasmas que dejamos atrás”, señaló Del Toro ante un auditorio que celebró su regreso al territorio español, considerado por muchos su “hogar creativo”.
Un regreso a las raíces del realismo mágico y la memoria histórica
Aunque los detalles del argumento permanecen en secreto, fuentes cercanas al proyecto citadas por Variety y El País confirman que se tratará de un filme ambientado en la posguerra española, con un tono gótico y melancólico similar al de sus anteriores colaboraciones hispanas.
Del Toro ha descrito la cinta como “una conversación con mis películas españolas y con el tiempo que las inspiró”, lo que sugiere una nueva exploración del trauma colectivo a través del lenguaje del fantástico. En El espinazo del diablo, el director abordó el horror infantil en un orfanato durante la Guerra Civil; en El laberinto del fauno, retrató la represión franquista a través de una niña que se refugia en un mundo mitológico. Esta nueva entrega podría cerrar esa trilogía no oficial sobre la inocencia frente al autoritarismo y el poder destructivo de la memoria.
De acuerdo con otros medios españoles como Fotogramas y ABC Cultura, el rodaje está previsto para la primavera de 2026 y se llevará a cabo principalmente en Navarra y Aragón, regiones que ya sirvieron de escenario natural en El laberinto del fauno.
La producción contará con el respaldo de una compañía española asociada a Netflix, y con un reparto que incluirá tanto a actores nacionales como intérpretes habituales del universo del cineasta. Del Toro también ha manifestado su interés en incorporar a jóvenes talentos emergentes y técnicos locales.
El legado de un autor que transforma el miedo en belleza
Guillermo del Toro se ha consolidado como una de las voces más personales del cine contemporáneo. Desde su debut con Cronos (1993), su filmografía ha explorado la frontera entre lo humano y lo monstruoso. El espinazo del diablo y El laberinto del fauno marcaron su madurez creativa, mientras que La forma del agua (2017) y Pinocho (2022) confirmaron su capacidad para fusionar poesía visual y crítica política.
Más allá de los premios, su sello autoral se distingue por el uso simbólico del horror como espejo emocional. Como explicó en una entrevista para The Guardian, “el verdadero monstruo nunca es el fantasma, sino el hombre que ha perdido su alma”. Con esta nueva producción, Del Toro parece dispuesto a retomar esa mirada humanista sobre el miedo, enmarcándola de nuevo en los paisajes sombríos y mitológicos que convirtieron sus películas españolas en clásicos instantáneos.
El regreso del director coincide con un momento de auge en la industria audiovisual española, impulsada por incentivos fiscales y coproducciones internacionales. El propio Del Toro lo ha reconocido como un país clave para el cine fantástico moderno: “España me dio la libertad y la inspiración para contar historias que en México eran imposibles de hacer entonces. Esta película será un homenaje a esa historia y a los niños que crecieron entre fantasmas reales.”
Guillermo del Toro regresa, y con él, los ecos de la guerra, los mitos del folclore y la belleza trágica de un país que sigue dialogando con sus fantasmas. @mundiario