
Channing Tatum, a sus 45 años, está recibiendo las mejores críticas de su carrera por su interpretación en la comedia dramática «Roofman: Un Ladrón Diferente» de Derek Cianfrance, que se estrena en todo el país este viernes tras su exitoso paso por el Festival Internacional de Cine de Toronto. A pesar de haber sido descrito por Vanity Fair como «la estrella masculina más grande desde Pitt o Clooney» y de haber sido nombrado el hombre vivo más sexy por People, el actor insiste en que ha sentido el «síndrome del impostor» durante toda su trayectoria.
En una reciente conversación en el podcast Awards Chatter de The Hollywood Reporter, Tatum detalló su camino, que es tan inusual que parece material de ficción. Sus exitosas películas «Magic Mike», que produjo y protagonizó, se inspiraron en sus propias aventuras juveniles como un joven a la deriva que recurrió al striptease. Paradójicamente, el striptease lo llevó a bailar en videos musicales, a modelar para marcas de prestigio como Abercrombie & Fitch y Armani, a aparecer en comerciales nacionales, y finalmente, a la actuación hace ya 20 años.
Un imán de taquilla y una madurez artística
La trayectoria de Tatum en el cine es incuestionable: 13 de sus películas han encabezado la taquilla nacional en su primer fin de semana, incluyendo éxitos como 21 Jump Street, The Vow, The Lego Movie y la reciente Deadpool & Wolverine. Pero más allá de su capacidad como imán de taquilla, Tatum ha demostrado ser un actor talentoso y en constante mejora, atrayendo la atención de cineastas de la talla de Steven Soderbergh (cinco veces), Quentin Tarantino, los hermanos Coen y Bennett Miller.
Su nueva aclamación llega con «Roofman: Un Ladrón Diferente» (título original Roofman), basada en una historia real. Tatum interpreta a Jeffrey Manchester, un veterano militar que roba negocios de manera educada, escapa de la cárcel y se instala en secreto en una tienda Toys ‘R Us, donde comienza una relación con una madre soltera (Kirsten Dunst) que trabaja allí. La actuación, que exige vulnerabilidad emocional y comedia física, es el resultado de su colaboración con el director Derek Cianfrance.
Tatum relata en el podcast que, muchos años atrás, había dejado pasar la oportunidad de trabajar con Cianfrance en la obra maestra «Blue Valentine» (papel que recayó en Ryan Gosling). Años después, Cianfrance regresó a él con el papel de Manchester, coescrito con Tatum en mente. Esta vez, el actor no cometió el mismo error. Tatum asegura que la forma inusual de trabajar de Cianfrance no solo sacó lo mejor de él, sino que reavivó su pasión por la actuación y le brindó un sentido de pertenencia en la industria que nunca había experimentado.