
martes 07 de octubre de 2025
Las dos películas anteriores del universo Tron presentaban una estructura muy marcada: el primer acto se centraba en presentar a los villanos y el conflicto principal, para luego derivar en un segundo y tercer acto dedicados a las aventuras del protagonista en la Red. Al igual que Tron: Legacy (2010) fue para Tron (1982), Tron: Ares (2025) es un soft reboot. Esto significa que, a pesar de tener nuevos personajes e historias, mantiene la continuidad del material original.
Partiendo de esta base, Tron: Ares cambia la estructura habitual de la franquicia para ofrecer algo con más capas y evitar caer en la misma fórmula. La historia se divide en dos arcos principales: Ares (Jared Leto), una IA de la Red diseñada por Dillinger para hackear sistemas, y Eve (Greta Lee), la CEO de Encom.
El primer acto es mayormente introductorio y se toma su tiempo para presentar los puntos clave: la rivalidad entre las corporaciones de videojuegos Encom y Dillinger, y el deseo de esta última por obtener la tecnología de su rival. La trama intercala fluidamente situaciones que ocurren en la Red y cómo estas repercuten en la vida de los protagonistas en la realidad.
Esta alternancia de escenarios se mantiene hasta un punto de quiebre, cuando todos los conflictos se trasladan a la realidad, convirtiéndola en el escenario principal. Este recurso es esencial para desarrollar la faceta más ambiciosa del film: la personificación de la IA.
Ares (Leto) encarna directamente esta tecnología. Para subsistir bajo el control de Dillinger, necesita acceder a la tecnología de la permanencia que le permita ser duradero en el mundo real. Esta búsqueda de la permanencia funciona como una poderosa metáfora. Tradicionalmente, la IA en nuestro día a día es vista como algo artificial y, en esencia, desechable. Sin embargo, Ares es diferente: es una IA que ha encontrado un sentido a la vida y lucha por vivir, no por ser una herramienta transitoria.
Al ser un reinicio de una franquicia de culto, el film no escatima en referencias, homenajes y guiños, pero los añade con minuciosidad. En lugar de agregarlos de forma superficial o como fan service obsceno, la película se las arregla para que estos elementos sean útiles y ayuden a resolver la trama de manera ingeniosa. Aunque apela a la nostalgia, lo hace sin ser simplista.
Con Tron: Ares, el realizador Joachim Rønning le da una vuelta de tuerca al concepto de la franquicia. Prioriza un tono más dramático y filosófico por encima de la acción pura que suele caracterizar a la saga. Se anima a criticar a la IA representándola como un ser con sentimientos y deseos, dándole al film una resonancia oportuna para los tiempos que corren.