
En el corazón de ‘Homebound’, la más reciente obra del cineasta Neeraj Ghaywan, late una imagen de profunda humanidad y sacrificio: un joven cargando a otro. Lo que comienza como un juego alegre de infancia se transforma, al final de la película, en un intento desesperado por desafiar a la muerte.
El que carga es Shoaib (Ishaan Khatter), y el cargado es su amigo de la infancia, Chandan (Vishal Jethwa). Ambos intentan atravesar las últimas cientos de millas hasta su aldea en medio del confinamiento por la pandemia de COVID-19 en la India. Shoaib es musulmán y Chandan es dalit (casta oprimida). Ambos han pasado sus vidas luchando contra la intolerancia y la pobreza, solo para ser marginados aún más por el encierro y la enfermedad.
La película, que cuenta con la producción ejecutiva de Martin Scorsese, es la presentación oficial de la India para el Oscar a la Mejor Película Internacional. Se basa en un artículo de opinión escrito por Basharat Peer en The New York Times titulado «Una amistad, una pandemia y una muerte al lado de la carretera». A partir de ese suceso de 2020, Ghaywan ha construido una narrativa que expone, con urgencia y moderación, las profundas fallas sistémicas de la India.
Un espejo de la crueldad sistémica
Desde su aclamado debut en 2015, Masaan, Neeraj Ghaywan se ha posicionado como el principal cronista del cine hindi sobre hombres y mujeres marginados. Sus historias evitan ser didácticas o estridentes. Con un control notable, Ghaywan revela la crueldad incrustada en el tejido social indio y obliga al espectador a cuestionar su papel en su perpetuación.
En ‘Homebound’, Shoaib y Chandan luchan constantemente contra la percepción de ser inferiores debido a su nacimiento. La película arranca con ambos jóvenes intentando ingresar a la policía, bajo la creencia ingenua de que, una vez con uniforme, la fe y la casta dejarían de importar.
Uno de los momentos más desgarradores muestra a la madre de Chandan (una magnífica Shalini Vatsa), a quien se le prohíbe cocinar para los niños de la escuela de la aldea debido a su casta. Cuando se recuerda a los padres que protestan que esta discriminación es inconstitucional, uno responde con rabia: «Puedes mantener tu constitución». La escena se remata con la madre sentada sola, observando una fotografía de B. R. Ambedkar, el arquitecto principal de la constitución india que prometía explícitamente «justicia, social, económica y política».
Belleza, emoción y actuaciones de peso
La precisión y la emoción de la película se sustentan en un guion sólido (de Ghaywan y Sumit Roy, con historia de Peer) y actuaciones sobresalientes. Ishaan Khatter y Vishal Jethwa logran despojarse del bagaje de Bollywood y demuestran una autenticidad conmovedora.
‘Homebound’ es la historia de personas comunes que encuentran coraje y compasión para resistir la crueldad sistémica. En un momento cumbre, mientras son apedreados por miedo a que traigan enfermedades a una aldea, una mujer desafía a los agresores. Con el rostro cubierto por su ghoonghat (velo), saca un cubo de agua y sacia la sed de los amigos. Este pequeño acto de bondad, como ocurría en la magnífica película de Raj Kapoor, Jagte Raho (1956), sugiere que estos gestos pueden ser un salvavidas moral para el mundo.
La película es un drama de alto voltaje emocional; el crítico advierte que es «un llorón de tres pañuelos».
‘Homebound’ es calificada como la mejor película hindi del año hasta ahora y una obra imperdible sobre la injusticia, la amistad inquebrantable y la esperanza.