
viernes 03 de octubre de 2025
Mariano Kon, Transmedia Content & Business Specialist y productor ejecutivo del proyecto, lo resume así: “En la industria del contenido, solemos reducir la palabra ‘creatividad’ a su costado artístico: la narrativa, la puesta en escena, la estética. Sin embargo, en el ecosistema actual de plataformas y productores, la creatividad ya no alcanza con inventar una buena historia: también hay que aplicarla a la arquitectura del negocio”.
Ese cambio de mirada responde a un ecosistema en transformación. “Durante años, el modelo era lineal: un productor presentaba una idea a un canal o a una plataforma, y esperaba respuesta. Hoy ese esquema está en crisis. Los commissioners son menos, más selectivos y trabajan con métricas precisas. Esto deja en situación vulnerable a los productores pequeños y medianos, que deben encontrar nuevas formas de financiar, negociar y articular sus proyectos para que sean viables”.
La elección de Duki no fue azarosa. “En menos de una década, el artista pasó de grabar freestyle en plazas a convertirse en la figura musical argentina de mayor proyección internacional. (…) Esa autenticidad lo volvió un personaje atractivo no solo para su audiencia, sino también para una plataforma global como Netflix, que necesita narrativas frescas y relevantes a escala local y regional”, sostiene Kon.
Pero el atractivo musical trae consigo complejidades: “La música tiene un poder singular: viaja sin traducción, marca tendencias, instala discursos y estilos. Pero al mismo tiempo es un terreno minado por la complejidad de los derechos. Los proyectos documentales sobre artistas suelen naufragar en este punto: demasiados interlocutores, lenguajes distintos, egos fuertes y culturas corporativas difíciles de conciliar”.
El proceso detrás de Rockstar obligó a llevar la inventiva más allá del set: “La verdadera creatividad no estuvo solo en la puesta en escena, sino en lograr que estas partes -cada una con su agenda, sus fundamentos y su poder de negociación- encontraran un terreno común. (…) En otras palabras, ejercitar una creatividad aplicada al management y a la ingeniería de derechos”.
Este ejercicio, agrega Kon, requirió una traducción constante entre lo legal, lo técnico y lo artístico. El mayor aprendizaje, afirma, estuvo en generar profesionalismo en cada decisión: “Convencer a los distintos stakeholders de que la mirada de un director debía prevalecer en lo narrativo, o que un clearance riguroso de derechos musicales era innegociable, requirió construir confianza. (…) La suma de esas decisiones permitió que la obra no solo llegara a buen puerto, sino que además elevara la vara en términos de estándares creativos y de negocio para la región”.
Este documental no es solo un lanzamiento esperado de un fenómeno colectivo de la música urbana: también representa un caso de estudio para el sector audiovisual. “En tiempos en que abundan los proyectos que mueren en la etapa de desarrollo, este documental demuestra que la creatividad entendida como capacidad de orquestar voluntades es tan valiosa como la que se plasma en el guion o en la cámara”. Y concluye: “En proyectos de esta magnitud, la clave ya no es elegir entre lo artístico y lo empresarial, sino integrar ambos mundos bajo un mismo paraguas. Esa integración es la que hace posible que un documental como Rockstar, Duki. Desde el fin del mundo exista, y que llegue a millones de pantallas en todo el mundo”.
Una mirada única al universo íntimo del artista argentino que transformó su historia personal en un fenómeno cultural de alcance global.
Rockstar: Duki, desde el fin del mundo ofrece una mirada íntima a la carrera del referente del trap argentino, desde sus inicios en Buenos Aires hasta sus shows en el Estadio River Plate y el Santiago Bernabéu. Con entrevistas, imágenes exclusivas y un relato cercano, la producción muestra cómo el artista convirtió su historia personal en un fenómeno cultural global.