
La cinta, que más tarde estará disponible en Netflix a partir del 17 de octubre, se centra en la historia de Amaia, una agente de la Guardia Civil que se infiltra en ETA para llevar a cabo la considerada operación secreta más trascendental contra la banda terrorista, un trabajo que marcó un punto de inflexión en la lucha antiterrorista en España.
La película sigue los diez años que Amaia pasa como agente encubierta, período durante el cual se encarga de localizar los zulos que ETA tenía escondidos en el sur de Francia, almacenando armas y explosivos. El relato se inspira en las experiencias de diversos agentes que participaron en estas operaciones, y pretende reconstruir de manera cronológica la complejidad de una misión marcada por el riesgo constante, la tensión y la necesidad de mantener una identidad secreta en todo momento.
El reparto está encabezado por Susana Abaitua en el papel de Amaia, acompañada de Andrés Gertrúdix, Iraia Elias, Raúl Arévalo y Ariadna Gil. La película cuenta además con los productores de La sociedad de la nieve, lo que garantiza un nivel de producción elevado y una narrativa cuidadosamente construida. A pesar de que la película se estrenará primero en cines, se prevé que su presencia en Netflix permita a un público más amplio acceder a la historia poco después de su estreno inicial.
Un fantasma en la batalla llega un año después del éxito de La infiltrada de Arantxa Echevarría, que obtuvo el Goya a Mejor película en 2024. Aunque ambas cintas comparten la temática de agentes infiltradas en ETA, Díaz Yanes aclara que la historia de Amaia representa un caso particular dentro de un marco más amplio de operaciones encubiertas. La narrativa se centra en los aspectos operativos y estratégicos de la misión, mostrando el riesgo constante al que se enfrentaba Amaia, así como la presión de mantener su identidad secreta frente a miembros de la banda que siempre sospechaban de su presencia.
La película también muestra la relación de Amaia con sus superiores y con los miembros de ETA, en un contexto en el que la tensión y la vigilancia son permanentes. Los encuentros con su superior, interpretado por Andrés Gertrúdix, y con los etarras interpretados por Ariadna Gil y Raúl Arévalo, reflejan la dificultad de equilibrar la vida personal con la misión encubierta, aunque la narrativa se centra principalmente en la labor profesional y los riesgos inherentes a la infiltración.
Un fantasma en la batalla combina elementos históricos, sociales y políticos de la España de los años 90 y 2000 con la dramatización cinematográfica de la vida de una mujer que, durante más de una década, convivió con los miembros de una organización terrorista, mostrando la importancia de las operaciones encubiertas en la lucha contra ETA y ofreciendo una mirada al contexto estratégico y emocional de quienes participaron en ellas. @mundiario