
martes 30 de septiembre de 2025
John (Luke Stanton Eddy), es un empleado bancario que atraviesa los días sin sobresaltos, anestesiado por la rutina y la hostilidad de un entorno laboral que lo consume. Su vida cambia al conocer a June (Matilda Price), una joven impredecible que lo arrastra a un viaje que desordena su existencia y lo enfrenta a un deseo de libertad hasta entonces desconocido. La película se despliega como una suerte de road movie emocional, con ecos de Thelma & Louise (1991) y del universo imaginativo de Michel Gondry, donde la huida funciona tanto como escape físico como metáfora de un despertar íntimo.
Filmada íntegramente con un iPhone durante la pandemia, la propuesta de Luc Besson se apoya en una estética clara y contrastada: cielos intensos, barrios lujosos de Beverly Hills y márgenes urbanos habitados por la precariedad. Estas imágenes buscan reflejar la tensión entre lo establecido y lo marginal, y colocar a los protagonistas en un espacio de tránsito y transformación. Sin embargo, la apuesta formal queda atrapada en un guion limitado, donde la experimentación visual se percibe más como artificio que como una verdadera innovación narrativa.
El eje de la película recae en Matilda Price y Luke Stanton Eddy, capaces de transmitir vulnerabilidad, deseo y cierta complicidad en escenas físicas e íntimas. John encuentra en June no solo una salida a su rutina, sino también un espejo de sus propios miedos y anhelos. Aun así, la relación entre ambos se sostiene más en la química gestual que en una construcción dramática sólida. Lo que podría haber sido una reflexión sobre la necesidad de romper con la inercia vital se diluye en una sucesión de persecuciones y encuentros que nunca terminan de cobrar profundidad.
June & John (2025) intenta dialogar con el pasado de Besson, en particular con su etapa más artesanal y fantasiosa, pero el intento tropieza con su propia ambición. El resultado es un thriller romántico fallido, donde la puesta en escena revela intuiciones interesantes, aunque insuficientes para compensar la falta de densidad en los personajes y la fragilidad de su conflicto central.