
La ópera prima de la cineasta danesa Emilie Thalund, Weightless, sorprendió en el Festival de San Sebastián 2025, donde obtuvo el máximo galardón en la sección de Nuevos Directores. Protagonizada por la debutante Marie Helweg Augustsen, la película retrata con sensibilidad el proceso de una adolescente que busca perder peso, pero que termina enfrentándose a experiencias mucho más complejas relacionadas con el despertar sexual, la amistad y los límites de la autoridad.
Al inicio, el espectador conoce a Lea, una joven que llega a un campamento de verano acompañada de su madre (Julie Thalund) y su hermano pequeño (Joel Hesse Johansen). El lugar está diseñado para promover hábitos saludables mediante dietas estrictas y rutinas de ejercicio, evitando cualquier tipo de fármaco como los famosos tratamientos de la farmacéutica danesa Novo Nordisk. Lea comparte habitación con Sasha (Ella Paaske), una adolescente rebelde que no presenta problemas de peso, pero que ha sido enviada allí como medida disciplinaria tras varios conflictos en su escuela.
Entre la amistad y el abuso
La relación entre ambas jóvenes se convierte en uno de los ejes principales de la narración. Sasha, acostumbrada a manipular y a destacar socialmente, utiliza a Lea en varias ocasiones, lo que genera dinámicas de poder que oscilan entre el bullying, la complicidad y la amistad. Sin embargo, Lea logra imponerse en ciertos momentos, mostrando una evolución de carácter y resiliencia.
Paralelamente, surge un elemento perturbador: el interés del monitor del campamento, Rune (Joachim Fjelstrup), en las adolescentes. La película expone la vulnerabilidad de Lea cuando este adulto traspasa límites inaceptables. Una escena clave, rodada con el apoyo de un coordinador de intimidad, evita la espectacularización y centra la atención en las emociones contradictorias de la protagonista, quien experimenta confusión, miedo y un atisbo de ilusión.
Con esta narrativa, Thalund se aleja de los tratamientos moralizantes o melodramáticos propios de otras cinematografías y construye un relato clínico, casi desapegado, pero profundamente empático con sus personajes. La comparación con filmes como Fat Girl de Catherine Breillat o Paradise: Hope de Ulrich Seidl resulta inevitable, aunque Weightless encuentra su voz propia al enmarcarse en una sociedad danesa contemporánea, que oscila entre la permisividad, la conformidad y la pedagogía centrada en el bienestar del menor.
El desenlace, discreto y sin grandes explosiones dramáticas, puede dividir a la audiencia: algunos lo verán como un cierre naturalista y honesto, mientras que otros lo interpretarán como un final insatisfactorio. Lo cierto es que la película abre un espacio de reflexión sobre cómo se construye la identidad en la adolescencia, los riesgos de las relaciones desiguales de poder y la importancia de la amistad como soporte emocional.
Con su primera obra, Emilie Thalund logra posicionarse como una voz prometedora dentro del cine nórdico, capaz de abordar temas delicados con un equilibrio entre crudeza y ternura. Weightless es, en definitiva, una exploración valiente sobre el deseo y la vulnerabilidad adolescente.