
lunes 29 de septiembre de 2025
El hombre de abajo (The Man in My Basement, 2025) es de esas películas que al verlas uno detecta al instante que se trata de una adaptación literaria. Cuando esto sucede, indica que la transposición -término adecuado para el pasaje de un formato a otro- falló en el camino y el resultado es una propuesta errática.
La trama comienza con Charles Blakey (Corey Hawkins), un hombre negro endeudado a punto de perder su hogar en un barrio de afroamericanos. En su intento por encontrar algo que vender en el sótano de su casa, descubre unas máscaras mitológicas que pertenecen a sus ancestros. Atrapado en la duda sobre si debe venderlas, un extraño hombre llamado Anniston Bennet (Willem Dafoe) se presenta en su vida. Bennet, un hombre sin problemas financieros, le ofrece un alquiler generoso por el sótano, lo que desata una serie de misteriosos eventos.
El inicio de la película promete mucho, con varios misterios a su alrededor. La clásica historia de fantasmas, con ruidos extraños y visiones inquietantes, pronto se transforma en una trama más compleja, con un personaje ambiguo que recuerda a figuras como el de El inquilino (Le locataire, 1976) de Polanski o el de El inquilino (Pacific Heights, 1990) con Michael Keaton. Sin embargo, la película se desvía rápidamente de ese camino. En un afán por abordar temas profundos como la dinámica racial entre afroamericanos y blancos, la desigualdad histórica y la subordinación de una etnia a otra, mezcla elementos del thriller psicológico con reflexiones filosóficas sobre la existencia. La combinación no termina de funcionar, ya que la película nunca logra equilibrar adecuadamente estos tonos.
El problema no radica en la premisa, sino en su ejecución. La película se queda atrapada en una indefinición tonal que le impide ser ni un thriller psicológico existencialista ni un relato de terror clásico con sustos. El resultado es una narrativa dispersa y confusa.
A pesar de sus fallos, la película tiene momentos destacados, y esto se debe, en gran parte, a la presencia de Willem Dafoe. El actor, con una capacidad innata para transformar lo cotidiano en algo extraño y perturbador, aporta una gran complejidad al personaje de Anniston Bennet. A través de su actuación, logra que la película crezca en ciertos momentos.
Por otro lado, Corey Hawkins cumple con su papel de hombre derrotado que lucha por encontrar una salida y redimirse, en una película centrada en la condición humana y sus aspectos más oscuros. Sin embargo, y a pesar de sus esfuerzos, El hombre de abajo nunca define con certeza sus objetivos, dejándonos con ganas de leer la novela para comprender mejor su mensaje.