
El Festival Internacional de Cine de San Sebastián concluirá mañana su 73ª edición con la entrega de la Concha de Oro a la mejor película, el galardón más esperado del certamen. Durante los últimos días, la capital donostiarra se ha convertido en epicentro del cine, presentando tanto lo mejor de la producción española que llegará a las salas en otoño como una selección de títulos internacionales con paso previo por el Festival de Toronto.
El evento mantiene su carácter de escaparate del cine hispanoamericano en Europa gracias a la sección Horizontes Latinos, que ha servido una vez más como plataforma para películas de distintos países de la región. A lo largo de la semana, la ciudad se llenó de público, prensa especializada y figuras de la industria que acudieron para presentar estrenos, participar en encuentros y acompañar la programación.
Este año, el festival otorgó sus premios Donostia a dos personalidades destacadas: la actriz estadounidense Jennifer Lawrence, que acudió a San Sebastián para recibir el reconocimiento a su trayectoria, y la productora española Esther García, figura clave en el panorama cinematográfico nacional y colaboradora de directores de referencia como Pedro Almodóvar.
Sin embargo, más allá de las alfombras rojas y las proyecciones, la 73ª edición del certamen se ha distinguido por su tono reivindicativo. En las calles de la ciudad se hicieron presentes las protestas contra la situación en Gaza, aprovechando la visibilidad internacional del festival para dar eco a las demandas sociales y políticas. Estas manifestaciones encontraron un espacio simbólico en paralelo a los actos oficiales del certamen.
De igual forma, la cita donostiarra quedó marcada por la publicación de un informe elaborado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). El documento revela datos alarmantes: el 60,3% de las mujeres del sector ha sufrido algún tipo de violencia sexual, la mayoría sin llegar a denunciar. La presentación del estudio en el marco del festival colocó de nuevo en el centro de la discusión la necesidad de políticas activas de igualdad y protocolos eficaces de prevención dentro de la industria audiovisual.
La combinación de celebraciones, estrenos de peso y reivindicaciones sociales refuerza la relevancia del Festival de San Sebastián como cita imprescindible del calendario cinematográfico europeo. No solo funciona como escaparate de lo que vendrá en cartelera en los próximos meses, sino también como espacio de reflexión sobre el papel del cine en la sociedad.
Con la entrega de la Concha de Oro, el certamen pondrá punto final a una edición que se recordará tanto por su calidad artística como por las voces críticas que resonaron en la ciudad.