
viernes 26 de septiembre de 2025
En un momento de fuerte polarización política, tanto en España como a nivel global, La tregua (2025) se plantea como un drama histórico que busca destacar los puntos comunes de la experiencia humana por encima de la ideología. Dirigida por Miguel Ángel Vivas, la película tuvo su estreno en las Galas de RTVE del Festival de San Sebastián.
La acción se desarrolla en un campo de trabajo en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Allí, un grupo de soldados republicanos españoles, exiliados tras la derrota en la Guerra Civil, es forzado a trabajar en condiciones extremas. El Capitán Reyes (Arón Piper) intenta mediar con las autoridades del gulag para mejorar la situación de los suyos, sin éxito.
Dos años después, otro contingente español ingresa al campo: esta vez, del bando nacional, liderado por el teniente Salgado (Miguel Herrán). La convivencia inicial resulta insostenible. Republicanos y franquistas se ven obligados a compartir un mismo espacio, con la desconfianza y el resentimiento como telón de fondo. Un hecho inesperado, sin embargo, llevará a ambos líderes a pactar una tregua con el objetivo de aliviar la hostilidad y diseñar un plan común frente a las duras condiciones impuestas.
Rodado en Vizcaya y Álava, donde se recreó la estepa kazaja, la película está inspirada en un hecho real y tiene un antecedente documental en Los olvidados de Karaganda (2014), de Enrique Gaspar Rodríguez. Su narrativa dialoga con clásicos del cine de prisioneros y fugas, apoyada en una puesta en escena que aprovecha el realismo de las localizaciones.
El guion de Fran Carballal, Ignasi Rubio y el propio Vivas constituye el punto más frágil de La tregua: su vocación conciliadora resulta excesivamente subrayada y la crítica al totalitarismo se plantea de manera esquemática. La moraleja se vuelve demasiado literal, sin dar espacio a la ambigüedad ni a la complejidad que la historia podría haber sostenido. Una de las secuencias más significativas ocurre cuando el director del campo ordena cantar el himno español. Los republicanos entonan “La Internacional”, los nacionalistas el “Cara al sol”, y la tensión estalla hasta que un joven violinista toca “Suspiros de España”, logrando que ambos bandos canten unidos en la nostalgia por la tierra perdida.