
El Festival de Cine de Zúrich fue escenario del estreno de Pillion, una película dirigida por Harry Lighton que propone una visión fresca, auténtica y a la vez incómoda sobre el amor y la intimidad. Protagonizada por Alexander Skarsgård (Big Little Lies, The Northman) y Harry Melling (Harry Potter, The Queen’s Gambit), la cinta combina el universo del BDSM y la cultura motera con un romance queer cargado de tensiones emocionales y eróticas.
La historia sigue a Colin (Melling), un joven londinense inexperto que inicia una relación con Ray (Skarsgård), un misterioso motociclista vestido de cuero. En esta dinámica, Colin explora su sumisión y se enfrenta a un viaje de autodescubrimiento, mientras Ray se mantiene como un personaje enigmático, cuyo trasfondo nunca se revela del todo. El propio Skarsgård ha señalado que eligió no construir una biografía para su rol, dejando que el enigma del personaje reforzara la interpretación.
Más allá del componente erótico, Pillion ha sido descrita por sus protagonistas como una “comedia romántica disfrazada”. Aunque la película se adentra en prácticas BDSM, lo hace a través de una narrativa accesible, centrada en la relación entre los personajes. En palabras de Melling, “lo que me encantó fue que, pese a tratar un universo poco conocido, la estructura recuerda a la de una comedia romántica clásica, pero transformada en algo nuevo”.
Sexo incómodo, autenticidad y comunidad
Uno de los aspectos más llamativos del filme es el tratamiento de las escenas íntimas. Tanto Skarsgård como Melling reconocieron que estaban “emocionados” de rodarlas, porque lejos de ser superficiales o meramente decorativas, las secuencias sexuales forman parte esencial de la narrativa. El director buscó capturar la torpeza, la vulnerabilidad y la comicidad que muchas veces acompañan a la intimidad real. “El sexo incómodo es el nuevo negro”, bromeó Skarsgård durante la presentación.
Para preparar sus papeles, los actores contaron con la colaboración del Gay Bikers Motorcycle Club (GB MCC) del Reino Unido, quienes participaron directamente en la película. Melling convivió con ellos para aprender detalles de la cultura biker y del simbolismo en las dinámicas de sumisión. Su participación aportó credibilidad y autenticidad a la puesta en escena, y, según Skarsgård, fue fundamental para que la representación resultara veraz y respetuosa.
La película no busca ofrecer una visión general del BDSM ni de las comunidades subdom, sino narrar una historia particular. Sin embargo, el recibimiento positivo de estos colectivos ha sido un respaldo importante para el proyecto. La autenticidad de Pillion radica no solo en lo gráfico de ciertas escenas, sino en la sinceridad emocional con que se retratan los vínculos.
Estrenada previamente en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, Pillion es el primer largometraje de Harry Lighton, quien había dirigido anteriormente cortometrajes premiados. Con esta ópera prima, el cineasta británico confirma su interés en explorar identidades, deseo y relaciones humanas desde perspectivas poco convencionales.
Más allá de lo provocador de sus imágenes, la película propone una reflexión sobre el enamoramiento, la primera vez y la búsqueda de identidad. Al final, lo que podría parecer un relato transgresor se convierte en una historia universal: la de dos personas que descubren lo que necesitan y lo que pueden ofrecerse mutuamente.