
El cine, tradicionalmente un reflejo de la sociedad y un espacio de exploración de identidades diversas, vuelve a encontrarse con los límites impuestos por el poder. La película Together, un largometraje de terror australiano que en su versión original mostraba una boda entre dos hombres, ha sido digitalmente alterada en China: uno de los personajes masculinos ha sido reemplazado por una mujer, transformando así una relación homosexual en heterosexual. La modificación no solo altera la narrativa de la obra, sino que invisibiliza una realidad que, aunque cotidiana en muchos lugares del mundo, sigue siendo objeto de represión en otros.
El hecho de que esta manipulación tecnológica haya sido detectada y comparada por usuarios en redes sociales, provocando la postergación del estreno, evidencia que la censura ya no necesita ser sutil. Hoy, con herramientas digitales sofisticadas, es posible reescribir escenas enteras, borrando de un plumazo cualquier representación que desafíe los valores morales o políticos impuestos. Los comentarios irónicos en Weibo —“Qué absurdo, usan una técnica muy avanzada para llevar a cabo prácticas muy atrasadas”— resumen la paradoja: el progreso técnico se utiliza para reforzar un retroceso cultural.
Pero más allá del debate sobre la libertad artística, este caso pone sobre la mesa la cuestión de la identidad y la visibilidad LGBTQ+. La eliminación de la pareja gay de la pantalla es un mensaje claro: ciertas realidades no deben mostrarse, no deben existir en el imaginario colectivo. En un país donde los derechos de las minorías sexuales todavía se enfrentan a barreras legales y sociales, la modificación de Together es un recordatorio de que la tecnología puede ser una herramienta de control tanto como de liberación.
La Chine qui se sert de l’ia pour rendre un couple homosexuel hétérosexuel dans le film «together».
Voilà à quoi va servir cette technologie en vérité.https://t.co/Cm3Z3UjXPP pic.twitter.com/RReuRgp6Ty— colinoomf (@BordelloColine) September 24, 2025
Asimismo, la polémica abre interrogantes sobre la industria cinematográfica internacional y su relación con mercados regulados estrictamente. Australia produce una película que abraza la diversidad; China, por su parte, impone un filtro ideológico que impide que esa diversidad sea vista. El resultado es una confrontación entre culturas, valores y narrativas que deja en evidencia el dilema de los creadores: ¿deben adaptarse para entrar en mercados restringidos o preservar íntegramente su mensaje, asumiendo el riesgo de que su obra quede invisible en determinados países?
La controversia alrededor de Together también destaca la creciente conciencia de las audiencias. La comparación entre la versión original y la modificada en redes sociales demuestra que los espectadores ya no son consumidores pasivos: detectan manipulaciones, cuestionan decisiones editoriales y generan debate público. Esta capacidad crítica es clave en la lucha por la representación justa y la libertad creativa, aunque no siempre tenga impacto sobre las políticas oficiales de censura.
‘TOGETHER’ was digitally altered with AI in China, turning the gay couple into a straight one. pic.twitter.com/9J8LJm4sAG
— A Shot. (@ashotmagazine) September 25, 2025
Finalmente, la postergación del estreno en China no solo refleja la reacción del público y la presión mediática, sino que también simboliza un choque de temporalidades: la tecnología avanza a pasos agigantados, pero los prejuicios sociales persisten. Together no es solo una película de terror; se convierte en un espejo donde se refleja la tensión entre progreso y regresión, entre diversidad y uniformidad, entre libertad y control. Que una obra de arte pueda ser transformada digitalmente para borrar una relación amorosa entre dos hombres plantea una pregunta crucial: ¿hasta qué punto la innovación tecnológica servirá para enriquecer la cultura y no para recortar derechos? @mundiario