
El Festival de Cine de Zúrich (ZFF) cumple 21 años y lo celebra con una edición marcada por la ambición y un nuevo modelo de gestión. Bajo propiedad privada desde principios de año, el certamen suizo quiere dejar de ser un evento de segundo nivel y posicionarse como una parada indispensable para los títulos que buscan entrar en la carrera hacia los premios Oscar y los Globos de Oro.
El director artístico Christian Jungen, junto a su equipo, lideró la compra que llevó al festival a la independencia. Con ello, se busca reforzar el control estratégico y aumentar la relevancia de Zúrich en el competitivo calendario de estrenos de otoño. “Los festivales no son un fin en sí mismos. Están ahí para ayudar a las películas”, señaló Jungen, subrayando la importancia de que el ZFF funcione como plataforma para que los títulos adquieran prestigio internacional.
Una vitrina con estrenos y estrellas de Hollywood
La edición de 2025 proyectará 115 títulos, incluidos 40 estrenos mundiales y europeos, reflejando una selección cuidadosamente diseñada para atraer tanto a críticos como a miembros de la Academia. Entre los estrenos europeos más destacados se encuentran The Smashing Machine, de Benny Safdie, protagonizada por Dwayne Johnson y Emily Blunt; Hedda, dirigida por Nia DaCosta y con Tessa Thompson y Nina Hoss; y Roofman, de Derek Cianfrance con Channing Tatum.
La programación también incluye producciones con fuerte potencial en la temporada de premios, como Nuremberg, el drama histórico de James Vanderbilt; The Secret Agent, propuesta brasileña para el Oscar; y The Ballad of a Small Player, dirigida por Edward Berger. A esta alineación se suman películas que ya vienen con prestigio de otros festivales, lo que refuerza la posición de Zúrich como punto intermedio entre Venecia, Toronto y Londres.
Las estrellas de Hollywood no faltarán en la alfombra roja. Russell Crowe presentará Nuremberg, Colin Farrell encabezará la proyección de The Ballad of a Small Player y Wagner Moura introducirá The Secret Agent. Dakota Johnson, por su parte, inauguró el festival con Splitsville, de Michael Angelo Covino, y recibió el premio Golden Eye como reconocimiento a su trayectoria artística.
Más allá de los nombres propios, Zúrich también se ha convertido en un imán para los miembros de la Academia de Hollywood. El año pasado, más de 150 acudieron a la ciudad durante la Cumbre del festival, aprovechando un entorno más relajado que el de Toronto o Venecia para disfrutar de proyecciones clave. Esta conexión directa con la industria estadounidense refuerza la nueva estrategia del ZFF como punto de prestigio para los aspirantes al Oscar.
A pesar del éxito, los desafíos son importantes. A diferencia de festivales como Cannes o Berlín, respaldados por fondos estatales, Zúrich depende en un 90 % de financiación privada. Esto obliga a sus organizadores a combinar una estrategia local con una proyección internacional. Según Jungen, el crecimiento también exige mayor infraestructura, ya que las salas actuales no cubren la creciente demanda. Sin embargo, el criterio que guía cada edición sigue siendo claro: la calidad cinematográfica como elemento decisivo para mantener la credibilidad del festival.