
miércoles 24 de septiembre de 2025
Dominga Sotomayor aborda en Limpia (2025), adaptación de la novela de Alia Trabucco Zerán y presentada en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, un tema recurrente del cine chileno: la dinámica de clase entre una trabajadora doméstica y la familia para la que presta servicios. El relato se construye a partir de la acumulación de gestos mínimos y situaciones incómodas que marcan la vida de Estela, interpretada por María Paz Grandjean.
La película adopta un tono observacional. La cámara se ubica detrás de ventanales o en reflejos que refuerzan la posición de Estela como espectadora en un hogar ajeno. Su vínculo más estrecho, el que mantiene con la niña que cuida, se muestra atravesado por complicidad, pero también por gestos de crueldad que reproducen jerarquías aprendidas.
En su tramo final, Limpia introduce un quiebre narrativo que modifica el registro. Tras una primera parte marcada por la ambigüedad y la contención, la historia se dirige hacia un desenlace más explícito y drástico. Este cambio puede resultar divisivo: para algunos funciona como un cierre contundente, para otros representa una concesión que diluye la fuerza de lo sugerido.
Aunque el desenlace altera el registro inicial, la película conserva su fuerza para interpelar sobre las dinámicas sociales invisibles. Lo que prevalece es la observación de las formas cotidianas del clasismo, que se manifiestan menos en actos de violencia directa que en la desidia y en la expectativa de disponibilidad permanente. Limpia confirma a Sotomayor como una de las directoras que mejor explora las fracturas sociales de Chile desde la intimidad de lo doméstico.