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abía muchas expectativas por ver Franz, la biografía de Kafka, un proyecto largamente contemplado por la directora polaca Agnieszka Holland, gran admiradora del escritor checo. Desde luego no iba ella a tomar el camino convencional del relato cronológico, lineal. Y la película comienza de forma un tanto confusa, en lo que se alternan imágenes de la infancia de Kafka con otras etapas de su vida.
Interpretado por Idan Weiss, quien sí guarda un parecido físico con Kafka, el personaje es sometido a una versión maximalista de su biografía. Algunos detalles son pintados con brocha muy gorda –su papá (Peter Kurth) es caricaturizado como un cerdo que se la pasa gritando–, mientras otros –su conflictiva relación con tres mujeres– son recreados con delicadeza. Queda espacio para una desafortunada dramatización del texto de En una colonia penal, y aspectos del actual culto del escritor en una visita guiada a su museo (y un mal chiste de turistas gringos comiendo una Kafka Burger).
Es decir, el resultado es bastante desigual y no puede escapar a algunas convenciones de la biopic hollywoodense, una vez que sí se sigue cierta cronología culminante con su muerte por tuberculosis. No quiero pecar de injusto con una cineasta de una filmografía muy loable, quien recién visitó nuestro país en una retrospectiva organizada por la Cineteca Nacional. Digamos que Franz es un fracaso honorable.
En cambio, la concursante japonesa SAI: Disaster, de Kentaro Hirase y Yutaro Seki, no es nada honorable. Tras las imágenes de un terremoto, la película nos suelta varios hilos argumentales situados en diversas ciudades de Japón, donde algunos personajes encuentran una muerte que parece suicidio o accidental. Lo curioso es que todos los cadáveres muestran un extraño corte en su cabello. La policía sospecha las acciones de un asesino en serie. Este podría ser un extraño y feo personaje siempre presente donde va a ocurrir una de las muertes. ¿Es el verdadero asesino o es nada menos que la Parca? ¿A alguien le importa?
No era mi intención hacerla parecer mucho más digerible de lo que es en realidad. El estilo de los directores es muy extraño. De repente utilizan una música cacofónica que no parece tener sentido. La mayoría de los cabos se dejan sueltos adrede. Cuando la intriga medio se resuelve y se adivina un final, la película reinicia con nuevos personajes, unas señoras deseosas de conservar la figura haciendo natación aeróbica. No estoy inventando. SAI: Disaster es así de rara.
Anoche pude ver O agente secreto, del brasileño Kleber Mendonça Filho, que obtuvo en Cannes los premios al mejor director y al actor Wagner Moura. De dos horas y media de duración, la película tiene sus larguezas y pudo haberse beneficiado de mayores elipsis. Sin embargo, es una recreación fascinante del Brasil convulso de 1977 que merecerá mayor comentario. Por lo pronto, va a ser la película inaugural en el próximo festival de Morelia.
Por suerte, el pronóstico del tiempo falló. Para ayer se preveían lluvias torrenciales y… no fue así. Hasta el sol tuvo el detalle de salir.
X: @walyder