
▲ Fotograma de la cinta ¡Yalla, Baba!, de la directora de la diáspora libanesa Angie Obeid
Reyes Martínez Torrijos
Periódico La Jornada
Lunes 22 de septiembre de 2025, p. 7
La segunda edición del Festival de Cine Libanés (Fecil), que se realizará del viernes al domingo con el lema “Cine para sanar”, tiene la finalidad de evidenciar que, más allá de los estereotipos de terrorista o narcotraficante, “ni México ni Líbano son así”, además de abrir diálogos entre ambos países, explicó Ginger Jabbour, fundadora y directora de esta iniciativa.
En entrevista con La Jornada, la también periodista de origen libanés refirió que se trata de establecer que “somos mucho más que lo que se llega a ver en la prensa, las películas o las redes sociales”. Se exhibirán 15 cortos y tres largometrajes, en una experiencia de inmersión de la cultura libanesa que incluirá música, comida, cine y donde se muestren discursos alternos a los que estamos acostumbrados.
Al festival asistirán la actriz y directora libanesa Zeina Makki, reconocida en el mundo árabe por su compromiso y sensibilidad artística, y Doris Saba, directora ejecutiva de Beirut Film Society, embajadora de la paz ante la Organización del Mundo Islámico para la Educación, la Ciencia y la Cultura y fundadora del proyecto Film Friendly Lebanon. El historiador y sociólogo Carlos Martínez Assad impartirá la conferencia Los libaneses en el cine mexicano.
El Fecil es una apuesta por romper la barrera geográfica y lingüística para la cual Ginger Jabbour (1997, Beirut; nacionalizada mexicana) tradujo todas las cintas, que nunca se habían visto en América Latina.
Explicó que Líbano es considerado uno de los países más modernos de Medio Oriente y donde la percepción de la violencia es muy distinta a la de México. Se refirió a la teoría del orientalismo, del académico palestino Edward Said, que habla sobre cómo Occidente ha creado una imagen muy mitificada de la región para poder justificar su dominio sobre ella y lo hace a través de mucho cine, literatura y prensa.
“Quiero reflejar, continuó la directora del festival, que Líbano y México son iguales en ese sentido: ambos países han sido sumamente estigmatizados, ‘orientalizados’, lastimados por estereotipos y percepciones erróneas que satanizan a un país entero por ciertas cosas que suceden en algunas regiones.
“No estoy minimizando los ataques, que generan caos en la sociedad, pero quiero que entendamos la cuestión de las narrativas. En México recibimos que Líbano está constantemente en guerra, bombardeado y que son terroristas, cuando la realidad que se vive allá, incluso entre la población, es muy distinta”.
Durante la primera edición del Fecil, en el sur del Líbano ocurrieron ataques que produjeron más de medio millón de desplazados y el país se paralizó un mes. A partir de ese contexto se propuso que la siguiente vez tendría que abordar el proceso de sanación, parte de la gestión de narrativas de paz.
Historias de la diáspora
Jabbour contó que los cortos y largometrajes fueron seleccionados bajo la premisa del cine para sanar heridas tanto personales como colectivas. En ningún lugar, en algún lugar, en cualquier lugar habla de Joanna Aghazarian, parte de la diáspora del genocidio armenio que terminó en Líbano. Ella llegó a ese país tras nacer en Jordania, donde no fue registrada.
Aghazarian ha vivido gran parte de su vida en Líbano, pero no obtuvo la nacionalidad, sino que residía con un permiso de estudiante y cuando terminó la universidad le dijeron que ya no podía vivir ahí.
“¿A dónde me voy? No soy armenia, nací en Jordania, pero no me siento jordana. Me siento libanesa y toda mi vida he vivido en Líbano y mis amigos e identidad son de aquí.”
En su documental cuestiona su identidad y pregunta a su familia y a otras personas qué sienten al no tener un papel que reconozca quiénes son.
Amin Dora es el director de Ghadi, una comedia dramática que sigue a una familia en un pueblito libanés donde por fin nace un hijo varón, pero tiene síndrome de Down, lo que molesta un poco a la población. La parentela vive peripecias para hacer que el niño sea aceptado. “Te muestra la humanidad de la gente, cómo es la vida cotidiana en un pueblito y muchas cosas muy cercanas de Líbano”, describió Jabbour.
El documental ¡Yalla, Baba!, de la directora de la diáspora libanesa Angie Obeid, surgió a partir del momento en que ella se enteró de que en 1980, durante la guerra civil, su papá rentó un coche y manejó de Beirut a Bruselas, y le propone que la acompañé para rehacer ese trayecto con ella pero en sentido inverso. El filme explora las vicisitudes de ese viaje, así como “lo que piensa la gente en Líbano. Hay una mirada muy fresca y auténtica del contraste de narrativas entre las generaciones”.
El domingo se proyectará el que, a decir de Jabbour, reúne la esencia del festival: Waynon (¿Dónde están?), el cual aborda el legado de 17 mil desaparecidos de la guerra civil en Líbano y su búsqueda. A raíz de este tema, un grupo de estudiantes de cine entrevistó a las mujeres que se manifestaban y decidieron que cada uno de ellos realizaría un corto de titulación.
El productor y actor de Ghadi, Georges Khabbaz, muy querido en Líbano, se enteró del caso e impulsó que los jóvenes hicieran un largometraje con apartados para cada uno; además, convocó a las actrices más famosas de ese país, quienes actuaron sin cobrar para esa causa.
La película trata las historias de cinco mujeres que detuvieron su vida 30 años por tener un desaparecido. “La última escena es brutal porque la grabaron en una protesta de mujeres real. Es muy importante en la historia del cine contemporáneo porque humanizó muchísimo el tema y no había llegado a México”, concluyó Jabbour.
El Fecil 2025 se realizará en el Centro Libanés (Hermes 67, colonia Crédito Constructor, alcaldía Benito Juárez). La programación completa se puede consultar en festivalcinelibanes.com