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a producción argentina 27 noches, del uruguayo Daniel Hendler, cumplió su cometido como película inaugural, ofreciendo una agradable comedia dramática sobre la edad y las oportunidades perdidas. Basado en un caso real, el relato se centra en la adinerada y reventada octogenaria Martha Hoffman (la veterana Malú Marini), cuyas hijas intolerantes la hacen internar en un siquiátrico pues la acusan de demencia.
La narrativa alterna entre las 27 noches que ella pasa en el lugar, y la entrevista que le hace un apocado perito llamado Casares (el propio Hendler), a quien tilda de “asexual y apolítico”. La película cuestiona los prejuicios que sufre una personalidad excéntrica, quien ejerce como mecenas de las artes y suele hacer regalos costosos. Por supuesto, las hijas resienten que se gaste la fortuna familiar. Al mismo tiempo, se desarrolla la manera en que la influencia de Martha motiva la relativa liberación de Casares.
Lo más satisfactorio en ese sentido es la persuasiva interacción entre Marini y Hendler, cuyas sutiles actuaciones llegan a volverse emotivas. Producida por Netflix, es evidente que 27 noches no llegará nunca a estrenarse en salas, sino se exhibirá en dicha plataforma en muy poco tiempo.
Antes de la proyección de la película, se llevó a cabo la entrega del premio Donostia a Esther García, la productora española que, en la compañía El Deseo, ha sido la principal aliada de Pedro Almodóvar.
Por otra parte, en la sección Perlak se exhibió Nouvelle vague ( Nueva ola), del estadunidense Richard Linklater, que no es más que la canción de amor más sentida que se le ha hecho a esa fundamental corriente del cine francés que, a fines de los años 50, empezó a transformar la concepción misma de la narrativa cinematográfica.
▲ El director uruguayo Daniel Hendler en el Festival de San Sebastián.Foto Afp
Estrenada en Cannes, donde no recibió premio alguno, la película es la divertida recreación del singular rodaje de Sin aliento, la ópera prima de Jean-Luc Godard (Guillaume Marbeck). Linklater identifica con letreros a todos los cineastas, actores, personalidades que influyeron en la Nueva Ola, de una forma u otra. Y homenajea además a Roberto Rossellini, Robert Bresson y Jean-Pierre Melville como figuras definitivas del cambio.
Ahora que las biopics no se preocupan mayormente por conseguir el parecido físico del biografiado (¿Jeremy Allen White como Bruce Springsteen?), es loable el casting realizado en este caso. Aubry Dullin y Zoey Deutch son réplicas muy convincentes de Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg, respectivamente.
Linklater caracteriza a Godard como un mamón inspirado, con permanentes gafas oscuras y sempiterno cigarrillo en la boca, cuya negativa a ser convencional lo lleva a hacer rodajes de un par de horas diarias y a no cumplir precepto alguno de la industria, para hartazgo del productor Georges de Beauregard (Bruno Dreyfürst) y de Seberg. Incluso aparece el inolvidable Pierre Risient (Benjamin Clery) como asistente de Godard. Nouvelle vague es lo mejor de la desigual filmografía de Linklater.
X: @walyder