
La aclamada actriz taiwanesa Shu Qi, reconocida internacionalmente por sus interpretaciones en cintas como The Assassin o Resurrection, da un giro en su carrera con su debut como directora: Girl. La película, presentada en el Festival de Venecia y ahora en competencia en el Festival de Busan, narra una historia profundamente personal inspirada en su propia infancia en Taipéi durante los años 80.
Lejos de ofrecer un relato nostálgico, Shu Qi apuesta por un retrato crudo y honesto sobre el dolor heredado, los ciclos de violencia familiar y la posibilidad de reconciliación. La protagonista es Li Hsiao-Lee, una adolescente que cuida de su hermana menor en un hogar marcado por la pobreza, el alcoholismo y la violencia de un padre autoritario. Entre la oscuridad, la joven encuentra respiro en una amistad escolar que abre breves ventanas de libertad.
La directora confiesa que el guion tardó diez años en completarse, un proceso que describe como “pelar capas de cebolla”, confrontando recuerdos familiares difíciles. En palabras de la cineasta: “Enfrentar tu dolor es la mejor manera de dejarlo ir”.
Un debut íntimo que cruza fronteras
En Girl, Shu Qi utiliza largos planos estáticos, tonos apagados y una puesta en escena austera para sumergir al espectador en la asfixiante atmósfera de un hogar marcado por el trauma. Sin recurrir a la violencia explícita, la película transmite el miedo a través del sonido: el ruido de una motocicleta que anuncia el regreso del padre, las llaves girando en la cerradura, los gritos que preceden a la tensión.
Esta aproximación no solo refuerza la carga psicológica del filme, sino que también resalta la capacidad de Shu Qi como narradora visual. La cinta equilibra momentos de gran crudeza con destellos de ternura, como las escapadas adolescentes que evocan un mundo más amplio y esperanzador fuera del hogar.
La recepción crítica en Venecia fue positiva, destacando la valentía de Shu Qi al exponer un relato tan sombrío y personal. Aunque algunos señalaron que la obra conserva un aire “inédito” en ciertos tramos, la mayoría coincidió en su fuerza emocional y en la autenticidad de la propuesta.
Más allá de la ficción, Girl también ha tenido un impacto personal en la cineasta. Shu Qi asegura que el proceso creativo le permitió reconciliarse con su madre tras décadas de distancia. “Al ponerme en sus zapatos, comprendí su historia y finalmente pude perdonar”, confesó.
El estreno en Busan refuerza el carácter internacional de este debut, que representa no solo un paso adelante en la carrera de Shu Qi, sino también un ejemplo del poder del cine para sanar heridas personales y conectar con audiencias globales.