
Leni Riefenstahl (1902-2003) actriz, fotógrafa y cineasta, es considerada una de las figuras más controversiales en la historia del cine mundial. El documental Riefenstahl (2024) muy consciente de esto último, explora por un lado su legado artístico, y a su vez sus complejos vínculos con el partido nacionalsocialista, yuxtaponiendo su narrativa con pruebas que sugieren que quizás si tenía conocimiento de las atroces planificaciones de genocidio del nazismo. Riefenstahl vivió hasta los 101 años, conservando basto material de archivo tanto fotográfico como cinematográfico, de gran valor patrimonial e histórico.
En el 2018 la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano recibió la totalidad de la colección de Riefenstahl, utilizada por el director del documental Andres Veiel, quien, junto a su equipo de editores, habían estado involucrados en el avistamiento del material desde el principio del proyecto. El archivo Riefenstahl está compuesto por 700 cajas con películas, manuscritos, guiones, cartas, documentos y audios, junto con grabaciones de vídeo de sus cuestionables apariciones en programas de televisión alemanes e internacionales desde la década de 1960 hasta su fallecimiento en 2003.
El largometraje se preocupa por contar cuan preparada estaba Riefenstahl en cuanto a su variada formación, tanto corporal como intelectual. Desde temprana edad la actriz alemana practicó toda clase de deportes y más tarde tomó clases de danza, alpinismo y escalada. Riefenstahl fue sin dudas una mujer adelantada a su tiempo, hasta llegó a fundar la compañía cinematográfica L.R. Studiofilm y convenció a su mecenas Harry Sokal para invertir en el proyecto de su primera película como directora La luz azul (Das Blaue Licht, 1931), en la cual también asumió el protagónico, la producción y el montaje. En dicho sentido el documental destaca su rol como pionera, como una artista ambiciosa y la belleza poética de las imágenes tanto de su rol como actriz y bailarina, de sus autorretratos, como así también en su primera película. Aunque, por otro lado, aquella belleza estética hegemónica presente en sus obras vinculadas a la propaganda política del nazismo, como Olimpia (Olympia, 1938) contribuían a avalar y difundir los ideales arios. Asimismo, en sus posteriores fotografías de la década del ´60 de las tribus Nuba en Sudán, donde los hombres negros que elegía retratar eran esbeltos y altos, remitían en consecuencia a la estética totalitaria del fascismo.
Ella misma, como actriz y como cuerpo presente en los actos políticos del partido nacional socialista, encajaba con el ideal de “feminidad aria”. En adición, de forma casi escalofriante el documental da cuenta que, en su rol de directora, Riefenstahl ejercía a través de la cámara y detrás de escena cierta manipulación de esos cuerpos a los cuales veía más como objetos que como personas, a pesar de hablar de belleza exterior e interior. Esto se ve claramente en el rodaje con niños gitanos como extras (prisioneros de un campo de concentración durante el nazismo) o con el gesto de la realizadora de lanzarles golosinas a un grupo Nuba.
La película describe los encuentros y vínculos de Riefenstahl con Hitler y Goebbels, este último a quien acusa de haberla acosado sexualmente. Su talento técnico y su alineación con la ideología nazi la impulsaron a convertirse en la “directora de cine del Reich”, con producciones audiovisuales claves en la propagación de la propaganda nazi como La victoria de la fe (Der Sieg des Glaubens, 1933) El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1935), Día de la libertad: nuestras fuerzas armadas (Tag der Freiheit-Unsere Wehrmacht, 1935), Olimpia (parte I: festival de las naciones/parte II: festival de la belleza, 1938), entre otras. Aunque ella alegaba retratar las cosas como eran realmente, resulta curioso para una mujer que tenía gran conciencia de los recursos técnicos y del montaje, herramienta a través de la cual ejercía en cierto modo la manipulación, siempre hay un punto de vista, una selección, un recorte. Walter Benjamin expuso cómo la ideología nazi jugó un papel fundamental en este proceso de dominación y enajenación de las masas, mediante la utilización del cine como medio de propaganda a través de una “estetización de la política” (en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica). El pensador de la Escuela de Frankfurt propuso frente a la “estetización de la política”, “politizar el arte”.
Leni Riefenstahl en diversas entrevistas aquí recuperadas, constantemente menciona -aún con fascinación- el poder de seducción de la figura de Hitler, su magnetismo, sus dotes como líder de las masas. Al parecer, ella nunca asumió ningún tipo de responsabilidad o hizo alguna autocrítica. El retrato que compone entonces el documental es el de una mujer ambigua: por un lado, fiel a Hitler, testaruda y por momentos hasta parece honesta al sostener con tanta vehemencia su accionar e intentar justificarse, “hacía lo mismo que la mayoría” al apoyar al nazismo. En otros momentos, se desarticula su discurso y se develan sus mentiras contrarrestándolo con las imágenes. Se alude también al documental previo de Ray Müller El poder de las imágenes: Leni Riefenstahl (Die Macht der Bilder: Leni Riefenstahl, 1993).
Si bien Riefenstahl destaca la capacidad de Leni para moverse y sobrevivir en un mundo dominado por hombres (además de que confiesa que fue víctima de violaciones y de una relación compleja y poca afectuosa con su padre), la narración es algo reiterativa por momentos y no se detiene en analizar en profundidad cada una de sus obras, las cuales a pesar de sus deplorables implicancias ideológicas, poseían técnicas de montaje innovadoras, movimientos de cámara inusuales y un gran despliegue de producción mediante muchísimos camarógrafos. Andres Veiel abre como interrogante cómo será recordada a lo largo de la historia Leni Riefenstahl, dejando al espectador en actitud pensante. Veiel expresó en una entrevista con Hanns-Georg Rodek (KulturPort): “Pronto descubrí la estética de Riefenstahl en las imágenes actuales […] la asustada permanencia de la estética de Riefenstahl […] La visión atemporal es: El poder totalitario e incluso el terror arbitrario no sólo tienen un efecto disuasorio, sino también un efecto atractivo. En el gesto de sumisión a un potentado imperial, hay una recompensa oculta para ser parte de un imperio como individuo devuelto a una grandeza histórica”.