
viernes 19 de septiembre de 2025
La joven Hilde Coppi cursa un avanzado embarazo cuando es detenida por la Gestapo e interrogada acerca de su participación en agrupaciones anti nazis con contacto con el servicio secreto soviético. Al desarrollarse este interrogatorio, los espectadores (al menos quienes no conocíamos de antemano la historia real en la que la película está basada) sabemos tanto como (o menos que) quienes formulan las preguntas. La inquisición funciona como punto de partida narrativo.
La acción de Con amor, Hilde (In Liebe, Eure Hilde, 2024) transcurre en dos líneas temporales. La línea principal acompaña cronológicamente el encierro de Hilde luego de haber sido capturada por la Gestapo. Esta cronología se ve interrumpida por flashbacks que presentan los recuerdos de Hilde del verano previo al encierro. Es a través de estas fragmentarias reminiscencias que vamos conociendo paulatinamente su actividad política durante la guerra, así como su relación con su esposo, con sus camaradas y con su madre.
El personaje principal es interpretado con maestría por Liv Lisa Fries, quien logra aportar múltiples matices a la Hilde de la ficción. A través de pequeños gestos va dejando entrever lastransformaciones que atraviesa el personaje a lo largo de cada uno de los momentos representados.
El director Andreas Dresen elige narrar esta historia contraponiendo la opaca tonalidad del encierro (es inevitable pensar en la extraordinaria Un condenado a muerte se escapa de Robert Bresson) con la luz, el verdor, la amistad, el amor, el deseo, la ternura y la euforia de la participación militante de los tiempos de libertad.
El hecho de haber elegido exponer el pasado de forma no lineal permitió al director y la guionista Laila Stieler concluir esta línea temporal con la escena del que posiblemente haya sido el primer encuentro entre Hans y Hilde. Y al decir “posiblemente” hacemos pie en el que quizá es el punto débil de la película: aunque fiel a la manera en la que solemos revisitar el pasado, la fragmentaria presentación de los recuerdos de Hilde impide que podamos reconstruir con claridad los roles de los personajes, la secuencia de los hechos y el tiempo en el que los mismos se suceden, e, incluso, la relevancia de la dimensión política de su vida antes de ser apresada.
El caso real es el punto de partida: desde la narrativa, desde el color, desde las interpretaciones, desde el montaje se va construyendo una perspectiva que se ocupa de subrayar cuánta fortuna hay en vivir con plenitud durante el lapso de tiempo en que nos sea posible. La Hilde encarcelada vuelve a ver la luz minutos antes de entrar al patíbulo. Pareciera ser que la intensidad de ese pasado, el mismo que la llevó al peor desenlace, ilumina su camino final. El sabor del desenlace es agridulce, pero tiene una firme posición: en la resistencia hay vida.