
Cuando Tanjiro grita “Hinokami Kagura” mientras su katana arde antes de decapitar a un demonio, no solo está protagonizando una escena de acción épica: está encarnando la fuerza de un fenómeno que en 2025 se ha consolidado como imparable. Guardianes de la noche: La fortaleza infinita ha arrasado en taquilla, recaudando 3,3 millones de euros en su estreno en España y superando récords que permanecían intactos desde 2003. Lo que antes era un nicho, dirigido a aficionados del anime y la cultura japonesa, se ha convertido en una maquinaria global que conquista salas, plataformas de streaming y la atención de varias generaciones.
El éxito no se limita a España. Japón, China, Estados Unidos y Reino Unido han registrado cifras históricas de recaudación, confirmando que el anime es hoy un fenómeno con músculo económico comparable al de las superproducciones de Hollywood. La saga de Guardianes de la noche, adaptada del manga de Koyoharu Gotōge publicado entre 2016 y 2020, es un ejemplo de cómo una narrativa cuidadosamente construida puede cruzar fronteras. Desde Akira (1988), considerada un punto de inflexión en la animación japonesa, hasta Your Name (2016) y One Piece Film Red (2022), el anime ha demostrado que la combinación de épica visual y resonancia emocional puede crear legiones de fans dispuestas a llenar cines y suscribirse a plataformas de streaming.
China ha seguido una ruta paralela. Ne Zha 2, estrenada durante el Año Nuevo lunar, ha acumulado más de 1.700 millones de euros en su mercado doméstico, superando a grandes producciones de Pixar y Disney. La lección es clara: la animación nacional china ya no necesita la validación occidental para consolidar un éxito comercial y cultural. La reinterpretación de personajes mitológicos en clave moderna conecta con varias generaciones, demostrando que la animación puede ser tanto un instrumento de orgullo cultural como un negocio rentable.

Corea del Sur, por su parte, ha irrumpido con fuerza en el espacio global gracias a la convergencia entre música y animación. Las guerreras K-pop, aunque producida en Estados Unidos, bebe directamente de la estética, la narrativa y el fenómeno musical coreano. Su éxito en Netflix, con más de 236 millones de visualizaciones en pocos meses, evidencia que el público actual busca contenidos que fusionen cultura pop y narrativa audiovisual de manera fresca y original.
El streaming ha sido un catalizador fundamental. Crunchyroll, adquirida por Sony en 2020, ha transformado el consumo del anime, pasando de ser un espacio marginal para fans a una plataforma con 150 millones de usuarios globales. La estrategia de emisión simultánea internacional ha permitido que estrenos como Guardianes de la noche se consuman casi al mismo tiempo en Japón y en el resto del mundo, generando fenómenos virales y multiplicando el alcance cultural de cada obra.

El anime ha llegado para desafiar la hegemonía hollywoodiense. Ofrece mundos de fantasía con raíces culturales diversas, personajes profundamente construidos y narrativas que combinan emoción, épica y estética innovadora. Su expansión demuestra que la globalización cultural no solo implica la difusión de productos occidentales, sino también la capacidad de los contenidos asiáticos para imponerse como referentes de consumo y admiración universales.
La fuerza del anime en 2025 no es una moda pasajera: es un cambio estructural en la forma en que el entretenimiento se produce, distribuye y consume a nivel global. @mundiario