
Con un presupuesto estimado de 32-35 millones de dólares, el western recaudó apenas 18.6 millones en Estados Unidos. Las críticas en su estreno fueron mixtas: algunos señalaron que se apoyaba en clichés del género, mientras otros destacaron la estética visual y la actuación de Stone. En retrospectiva, la película ha sido revalorizada como un título de culto con aportes interesantes al género.
Probablemente la sensación de fracaso viene de su involucramiento en el filme
Sharon Stone se implicó de lleno en el proyecto. Fue ella quien presionó para que Sam Raimi dirigiera y para que Russell Crowe y Leonardo DiCaprio fueran parte del reparto. El estudio, según Stone, llegó a sugerirle que pagara de su bolsillo a DiCaprio, quien dos años después alcanzaría fama mundial con Titanic, mientras Crowe ganaría el Óscar en 2001 por Gladiator.
Aunque Stone asegura que la industria la castigó tras el fracaso comercial de Rápida y Mortal, no existen pruebas de que se le prohibiera trabajar en estudios de forma oficial. Lo cierto es que, en paralelo, la actriz recibió una nominación al Óscar por Casino de Martin Scorsese, lo que demuestra que su prestigio seguía intacto.
El caso revela cómo un proyecto fallido puede ser percibido como un lastre, incluso si la trayectoria de un actor sigue activa. La historia de Rápida y Mortal muestra que los riesgos creativos pueden tener consecuencias inesperadas, pero también que con el tiempo las películas encuentran nuevas lecturas: hoy es recordada como un western singular con un elenco estelar y una protagonista que se adelantó a su tiempo. @mundiario