
En su destacada y extensa trayectoria en el mundo audiovisual, Tati Rojas se ha desempeñado en diferentes áreas, como producción, dirección de casting y coacheo actoral, en el marco de diversas películas y series. En los últimos años, sumó una nueva faceta a su profesión: la coordinación de intimidad, un rol que suena cada vez más en la industria nacional e internacional. En el barro, Atrapados, Despertar de primavera, Tesis sobre una domesticación, son algunos de los proyectos recientes en los que ha desarrollado esta última actividad. EscribiendoCine dialogó con Rojas para conocer más sobre dicho rol.
¿En qué circunstancias aparece el rol encargado de la coordinación de intimidad en el mundo audiovisual?
Surge desde el movimiento Me Too, alrededor de los años 2017- 2018, en Hollywood, después de todas las denuncias contra el productor Harvey Weinstein. Surge un poco basándose en el rol de coordinación de pelea, ya que hasta ese momento había cuidados en las escenas donde los actores y actrices tenían exposición física, y riesgo físico, pero no había en las escenas de sexo simulado, en los desnudos, donde están expuestos psicológica o emocionalmente.
El rol de coordinación de intimidad es para cualquier tipo de escena que tenga riesgo físico, psicológico o emocional, para quienes participan en ellas, ya sea el elenco o el equipo técnico. A veces abordamos escenas muy complejas, que no a todos nos hace bien participar ni estar contando ese cuento. Hoy por hoy, el rol abre esa posibilidad de diálogo y espacio para decir: «Yo no puedo participar de esta escena, o no de esta manera, y sí de esta otra». Por supuesto, yendo sobre el consentimiento de cada uno y el consenso, y trabajando sobre las dinámicas de poder, que se dan en todos los espacios, y el nuestro no queda fuera.
¿Cuándo empezás a emprender dicho rol?
Hace 3 años, con la película Más respeto que soy tu madre, dirigida por Marcos Carnevale. Era para una escena muy sencilla (viéndola ahora, con el diario del lunes y la distancia), que tenía contacto físico y obviamente había que trabajar sobre el consentimiento de los actores. Para mí, estuvo buenísimo haber arrancado en una comedia porque a veces está subestimado el rol en este género, parece que como es una comedia no se precisa, como que son escenas más livianas. Y yo investigué mucho, justamente me habían llamado por mi rol de directora de actores, y me consultaron si podía hacer eso. Así fue como conocí el rol y empecé a formarme. Por supuesto que sigo formándome y laburando al mismo tiempo.
En ese momento, mi principal referencia fue Ita O’Brien, una de las pioneras de la coordinación de intimidad en Inglaterra, que hizo series como Sex Education o I May Destroy You, entre tantas otras. Y me empecé a formar con una discípula suya, que se llama Abigail Kessel, que hoy por hoy somos amigas y socias. Ella me introdujo en el rol y me empezó a enseñar. Seguí investigando, y elegí formarme en Canadá, que sigo haciéndolo, ya que es bastante extenso y completo, incluye desde primeros auxilios psicológicos, comunicación no violenta, técnicas de mediación, sexualidad, y varias cosas más.
Laburo desde hace 25 años en la industria. Fui productora durante mucho tiempo, entonces conozco un montón el set y el lenguaje que manejamos. Por un lado, me fue bastante más fácil entender el rol y, también, más allá de la convocatoria en su momento, lo que me sucedió cuando me enteré del rol fue decir: «¡Cómo no lo tenemos desde antes!». Después de haber filmado tantísimo tiempo un montón de escenas complejas, haciendo todo mal, además de que tardábamos muchísimo más.
Desde ya que se prioriza el consentimiento y el consenso, y que sea una representación que esté buena de la sexualidad, que sea creíble, el rol tiene que ver con eso también. Me encargo mucho de que se vea real, pero que las personas que lo están haciendo estén cómodas, que se diviertan dentro de lo que permita la escena. Ya que, al final, a eso nos dedicamos, a hacer cine, series, y a contar una historia. Para mí es un gran halago cuando ven la escena y me dicen: «¿Pasa de verdad?”. Y yo digo que no; lo mentimos, lo simulamos, lo hacemos con técnica.
En el ámbito teatral, hiciste la coordinación de intimidad en la actual adaptación argentina del musical Despertar de primavera…
¡La obra es alucinante! ¡Fer Dente, Octavio Murillo y Trini Montiel son alucinantes! El futuro de nuestro teatro musical está ahí, todo el elenco es espectacular. En el caso de la obra, no solo fue dedicarme a las escenas de intimidad, literalmente, que son más físicas, sino, también, al acompañamiento de todo el elenco en una historia compleja, donde se habla de abusos, de violencia, de violaciones, sexo, erotismo, suicidios, represión, depresión, hay un montón de cuestiones. Tenemos que destacar la visión de Fer que dijo: “¡Acá necesitamos que haya un acompañamiento!». Y me convocó. Nos conocemos desde hace muchos años, estuvo buenísimo. Fue la primera vez que apareció este rol en teatro en Argentina.
En términos generales, ¿hay un manual que refiera a las aristas que abarca el rol?
Sí, está el manual, por supuesto, viene de una formación que es más anglosajona. Lo que hago, y acá hablo desde mi visión de nuestra industria y de nuestra idiosincrasia, es bajar data desde Inglaterra, Estados Unidos o Canadá, y adaptar un poquito, ya que no somos anglosajones, nuestra idiosincrasia es totalmente distinta. Los protocolos, las charlas previas, los checklist de consentimiento, por supuesto, se cumplen.
En algunos países anglosajones, las coreografías se hacen como marcando los bits “un, dos, tres, cuatro, ahora se da vuelta”, es muy preciso. Acá es muy difícil hacerlo de esa manera, cuando muchos de los actores necesitan improvisar y laburar más desde lo orgánico, que parezca real y no les sea algo mecánico. Los bailarines están muy acostumbrados a hacerlo, pero no todos los actores y las actrices, ni tampoco los directores y las directoras. Por lo tanto, se trabaja sobre los límites de cada una de las personas, como en un mapa físico, ¿qué parte puedo disponer del otro cuerpo, y qué parte no? Lo mismo con la cámara, si es en el lenguaje audiovisual, qué se puede ver y qué no, y si es en teatro también, qué se puede ver y qué no. Sobre eso se elabora, entonces, si alguien necesita improvisar un poco más, ya sabe qué parte del cuerpo no va a poder disponer de la otra persona, y viceversa.
¿En qué consiste tu función en la etapa anterior al rodaje?
La instancia previa es súper importante, como cualquier área en una labor audiovisual o teatral. Hay que planificar, charlar, crear esa escena, lo previo nos ahorra un montón de cuestiones, no solo tiempo y dinero, ¡creativamente! Todavía no se me da en todos los proyectos que me puedan llamar con tanto tiempo. Por ejemplo, En el barro fue un lujo, pudimos elaborar las escenas con bastante anticipación, con el director y la directora, con los productores, con Sebastián Ortega. Lo hicimos bastante parecido a los tiempos que se deberían utilizar.
Muchas veces en el guion no se describe exactamente lo que se termina filmando. Siempre doy un ejemplo. Si el guion dice: “Los personajes tienen sexo salvaje en la cocina”. Subjetivamente, ¿qué es salvaje? ¿cómo es ese sexo? ¿hay desnudez, o no? ¿veo todo el cuerpo? El director o la directora que dirige esa escena lee eso e imagina, crea algo en particular, que quizás no es lo mismo que interpreta el actor, la actriz, yo misma, el productor o la productora, al momento de leer el libro. Entonces, se crea sobre eso. Tengo una charla con dirección y me dicen: «Mirá, en esta escena, quiero que haya desnudez, lo voy a ver en un plano muy lejano, después, me voy a encerrar y voy a ver estas cosas. En este plano quiero que no se vea mucho, o que no se vea nada, o solo piel”. Bueno, son infinitas posibilidades, sobre eso trabajamos. Hablo con el elenco, veo qué de todo eso quieren y podemos hacer, vuelvo a la dirección con propuestas creativas si alguna no se puede realizar, y si se pueden realizar todas vamos directo a ensayo.
¡El ensayo es importantísimo! No se ensaya cuando un poco se subestima la escena. Todavía pasa acá, en Argentina, que se dice: “¡Es un beso nada más!”. Pongo mucho ese ejemplo porque en coordinación de intimidad es re importante el beso. Un beso es de las cosas más reales que hacemos cuando estamos filmando, que hacen los actores, por el tacto, las caricias, las agarradas de pelo. En una pelea, las agarradas físicas son reales, después se regula un poquito cómo se hace y se coordinan los movimientos, qué presión se ejerce sobre el otro para no lastimarlo, cuánto y hasta dónde. A veces los besos no se ensayan, pero sí se tienen que acordar: si es con lengua, sin lengua, si es un chupón, si es un pico. Con lo cual, lo que hacen los actores y las actrices, una vez que está todo acordado, es trabajar libres en la escena y actuar, que finalmente es lo que tienen que estar haciendo, actuar ese personaje con determinada psicología, emoción, y no estar pensando si tocaron, o no, una parte a la compañera o al compañero, si besaron o no besaron mal. Hay algo del rol que hace de mediación y alivia un montón a las partes, al menos es lo que vengo sintiendo en estos tres años, y es la devolución que me hacen en general.
En el marco del lanzamiento de “En el barro” se habló de formularios vinculados a qué puede, o no, hacer un actor/actriz en este tipo de escenas, ¿de qué se trata?
Sí, es un formulario para ayudar a pensar, lo hicimos con mi asistente Maru, juntas, y nos basamos en otros formularios de un montón de lugares, no solo de nuestra formación, sino de nuestra idiosincrasia y del tipo de escenas que sabíamos que iba a tener la serie. Muchas veces, en la mitad del proceso del proyecto, alguien cambia de opinión, ya sea el equipo creativo o alguien del elenco, con lo cual el formulario es importante para quien hace coordinación de intimidad, ya que incluye todo lo que esa persona podría hacer, o no, lo que se le puede ver, o no. Al ya tener eso, cuento con una base donde trabajar. Entonces, el famoso ítem “¿Chuparías un pie?” es por eso. Quizás la escena no tiene a alguien que chupa el pie de otra persona, pero sí permite entender cuáles son los límites, y ayuda al elenco a pensar en sus propios límites. La mayoría, aunque tenían un montón de experiencia, nunca se habían puesto a pensar en ese tipo de preguntas, porque siempre el actor está como disponible para hacer todo y querer, sin embargo, después, en el durante de la escena, se da la incomodidad.
Por eso, está bueno trabajar sobre este formulario y que alguien pueda decir: “Che, la verdad es que tengo cosquillas en el cuello, o sea, no podría soportar una escena erótica con besos en el cuello, me voy a reír”. ¡Listo, trabajamos sobre otra zona! A veces no tiene que ver con algo que te de vergüenza o te incomode, sino que te genera otro tipo de cosas.
Y, por supuesto, el consentimiento es variable, como en la vida real, es móvil. Es decir, nosotros podemos decir que sí a algo, y después algo nos hace sentir incómodos o incómodas y podemos arrepentirnos, por lo que trabajamos sobre eso y damos opciones creativas. O puede suceder al revés.
A veces, charlar con un director, una directora, un productor o una productora, te genera una presión distinta a charlar con alguien que es mucho más neutral como el rol que hago yo. Se da que la mayoría de dirección y producción tienen la mejor onda y las mejores intenciones para charlar sobre si alguien quiere o no quiere, pero hay un poder que está implícito, y quizás es difícil abrirse del todo y decir: «Che, no, esto no” o “Esto sí” o “Por qué prefiero hacer esto otro». Digo, se genera con las dinámicas de poder. Al final, en general, terminamos mitigando más dinámicas de poder que otra cosa.