
El director y actor francés Guillaume Campanacci ha demostrado que el cine no siempre necesita grandes presupuestos ni producciones espectaculares para hacerse realidad. Su nueva película, El Sinner, se presenta en el Festival Internacional de Cine de Oldenburg 2025 como una obra profundamente personal y radicalmente independiente. Filmada con recursos prácticamente inexistentes, la cinta se convierte en un ejemplo vivo de que la pasión por contar historias puede superar cualquier obstáculo logístico o financiero.
Campanacci, que nació en Cannes y ha estado vinculado durante años a festivales de renombre, mantiene una relación especial con Oldenburg, considerado “el Sundance alemán” por su enfoque en cine independiente y experimental. Para él, regresar al certamen era una necesidad casi vital. De ahí surgió la decisión de realizar El Sinner de manera autosuficiente, producida únicamente por su compañía CampanacCinema Studios y con un equipo de apenas tres personas.
La película, en gran medida muda, sigue la historia de Rhett y Scarlett, una pareja inmersa en un torbellino de seducción, manipulación y violencia en Cracovia. La protagonista femenina, interpretada por Madeleine Skrzynecka compañera de vida de Campanacci es sorda y muda, lo que refuerza la decisión estética de prescindir de diálogos. El resultado es una narración que se sostiene en la fuerza visual, la música y el montaje, evocando la tradición del cine mudo, pero con un enfoque contemporáneo y perturbador.
Cine sin dinero, cine sin excusas
Campanacci ha explicado que su motivación principal era rodar una película rápida y barata, capaz de estar lista para Oldenburg 2025. En lugar de esperar apoyos financieros o subvenciones, optó por filmar con lo que tenía a mano: la cámara Olympus de su pareja, un equipo reducido y la convicción de que la falta de recursos podía convertirse en una ventaja creativa. “El cine no se trata de la cámara ni del presupuesto. Solo tienes que escribir algo y hacerlo”, declaró.
El director busca provocar incomodidad en el espectador, una sensación que impregna los 71 minutos de duración de El Sinner. La pareja protagonista atrae a jóvenes juerguistas para arrastrarlos hacia un destino mortal, explorando los límites más oscuros del deseo humano. Para Campanacci, hay una “cierta belleza” en observar hasta dónde pueden llegar las pulsiones humanas cuando se eliminan las barreras morales.
El estreno de El Sinner en Oldenburg marca la tercera ocasión en que Campanacci participa en este festival. En sus palabras, la muestra alemana es un espacio único para dar visibilidad a propuestas que de otro modo serían ignoradas por la industria. “Puedes hacer una película que termine en una pantalla grande de uno de los mejores festivales del mundo. No hay excusas para no intentarlo”, señaló el cineasta.
Con El Sinner, Campanacci no solo regresa a Oldenburg, sino que reafirma una filosofía: el cine puede hacerse con lo mínimo, siempre que exista una historia que contar y la valentía para llevarla a cabo.