
En la contratapa de una edición del libro Las Muertas de Jorge Ibargüengoitia dice lo siguiente: «Tres hombres y una mujer llegan a un pueblo en busca de Simón el panadero para vengar una afrenta. Una vez que dan con la panadería, balacean a Simón, incendian el establecimiento y se van. Sobreviviente, el panadero identificará más tarde ante el Ministerio Público a Serafina, una mujer que había sido su amante. Ambos son acusados de haber llevado a cabo una inhumación clandestina; confirmado este dato, se empieza a descubrir una historia siniestra que involucra a las hermanas Serafina y Arcángela Baladro como responsables de una serie de muertes».
Esta historia hay separarla en tres grandes cuestiones. Primera: es el origen real de la ficción. Las hermanas Delfina González Valenzuela (la jefa y mayor), María de Jesús González Valenzuela (su gran cómplice y la menor) y María Luisa «Eva» González Valenzuela, conocidas popularmente como Las Poquianchis, eran dueñas de varios lupanares y tabernas en Guanajuato y Jalisco. Entre 1936 (cuando inauguran su primera cantina) y 1964 (en que son atrapadas huyendo hacia los Estados Unidos) manejaron estos lugares, siendo denunciadas por sometimiento a sus empleadas, lenocinio o sea obligando a otra persona a prostituirse, golpes, torturas, vejaciones. Y lo más trágico: asesinato de varias de sus muchachas. Este drama fue reflejado, seguido e investigado por el periódico Alarma! (fundado en 1963) típico producto de «tinta roja» («nota roja» se le dice en México) también «prensa amarilla», donde se explota todo lo trágico, accidentes, inundaciones, asesinatos y, en este caso, prostitución.
Segunda: el escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia estuvo investigando y siguiendo este caso, hasta que finalmente escribe y publica el libro Las Muertas en 1977. Claro que cambiando algunos nombres. Por ejemplo las tres hermanas pasaron a ser Arcángela Baladro, Serafina Baladro y Eulalia Baladro (la menos culpable, pero no inocente). Su libro que fue un éxito, era una especie de reportajes novelados a modo de investigación periodística.
Tercera: el director mexicano Luis Estrada adapta esta novela y coescribe el guion con su eterno colaborador Jaime Sampietro, manteniendo los nombres de los personajes ficticios tomados originalmente de la realidad y relatando esta especie de “leyenda” sobre las asesinas seriales mexicanas activas entre 1945 y 1964,â principalmente en la ciudad de San Francisco del Rincón, Guanajuato.
Es así que Estrada luego de dirigir cinco cortos, un telefilm y ocho largometrajes encara por primera vez una miniserie de TV, aunque con la salvedad y diferencia en que él mismo se hace cargo de la dirección integral y que cada capítulo es –por su duración desde 61 minutos a 79 minutos- equivalente a un largometraje. Las Muertas (2025) es sin duda su obra más ambiciosa, más allá de que en general sus largometrajes se caracterizan por ser de duración extensa. Y hablando de rasgos distintivos en su obra aquí también mantiene ese estilo definido que trabaja sobre la ironía, cierto costumbrismo con humor negro cruzado por hiperrealismo, satirización de personajes principales, secundarios e institucionales. Y concretamente a llamar a las cosas por su nombre, sin pelos en la lengua, ni tratando de quedar bien con nadie. En síntesis manteniendo una cosmovisión de su querido México personal, descarnada, obsesiva.
Los seis episodios se te titulan: 1) Las dos venganzas, 2) Historia de las casas, 3) La mala noche, 4) Los dientes de Blanca, 5) La ley marcial y 6) Llega la policía. Y en cada uno de ellos el relato va y viene en el tiempo mediante flashbacks, además de ir mostrando cada vez más como estas dos hermanas y sus devotos adláteres-protegidos-seguidores- van cayendo cada vez más en un pozo que los conduce irremediablemente hacia un tiempo primero gris, luego oscuro y que termina en un infierno negro (y rojo, obviamente).
Encabezan este melodrama trágico las dos hermanas la madrota y jefa Arcángela Baladro en una colosal composición de Arcelia Ramírez que va de la mujerota entera, poderosa, mandona y segura a una señora perdida, perpleja, débil y enfermiza. Y su lugarteniente Serafina Baladro, a cargo de una Paulina Gaitán de mirada profunda, mucha sensualidad (con varios desnudos frontales), porte firme; que va luchando contra todas las vicisitudes a pesar del sino nefasto. No se quedan atrás el acomodaticio e hipócrita Capitán Bedoya, a cargo de un preciso Joaquín Cosio, quizás el rostro más estradiano de todos, dado que ha trabajado en cuatro de sus últimos largometrajes. Y los significativos roles de Mauricio Isaac como La Calavera, una vieja prostituta, la ama de llaves de absoluta confianza para las hermanas; Fernando Bonilla como Ticho, el empleado multichangas fiel ciento por ciento; Enrique Arreola como Escalera, el chofer medio torpe y quien acarrea los cadáveres. Y Alfonso Herrera (visto en La dictadura perfecta y Qué viva México, de Luis Estrada) como Simón Corona el panadero galán, amante pasional de Serafina Baladro y finalmente quien denuncia a las autoridades los crímenes y delitos de las hermanas.
Las Muertas (2025) mantiene la clásica estética y ética que Luis Estrada ha expuesto en su filmografía. Mostrando a las autoridades pseudo impolutas que en realidad revelan su lado oscuro al ser coparticipes de los non sanctas tareas de las hermanas Baladro. Ahí entran licenciados, gobernadores, secretarios, militares, empresarios, Inspector de Policía, sacerdotes (que bendicen los bares y burdeles).
La precisa recuperación de época, las situaciones políticas, el patriarcado, el machismo, las mujeres que se pelean, que se someten. Sus puestas en escena, son como minipuestas y encuadres. Son planos pictóricos, donde trabajan con escenarios reales pero especialmente en las reconstrucciones en los Estudios Churubusco. Además todos los personajes tienen esa personalidad doble del bien y del mal.
Hay que recalcar una cuestión de la cual poco o nada se habla en las crónicas, comentarios y críticas. Existe un importante antecedente de esta historia de las hermanas Baladro que regentearon estas cantinas y prostíbulos. Figura una película anterior titulada precisamente Las poquianchis dirigida por el prolífico Felipe Cazals (de quien Luis Estrada fue su asistente de dirección en algunos films), pero que encara la historia de una manera más oscura, tórrida, sin espacio para cierto humor –que sí está presente en Las Muertas– y mechando una trama paralela de reivindicación agraria de campesinos regionales. Su título completo es Las poquianchis (De los pormenores y otros sucedidos del dominio público que acontecieron a las hermanas de triste memoria a quienes la maledicencia así las bautizó). Y lo también para destacar es el hecho de que el estreno del film de Cazals fue el 25 de noviembre de 1976 en México. Y recién al año siguiente se publicó la novela Las muertas de Jorge Ibargüengoitia.
También vemos en esta muy vibrante y entretenida miniserie, el excelente trabajo de cámara con varios planosecuencias, y el hecho de gustos e influencias que reconoce el propio Estrada. En algunos momentos uno recuerda planos que remiten a sus directores favoritos: empezando por John Ford (a quien considera su maestro), Luis Buñuel, John Huston, Sam Peckinpah. Las Muertas tiene mucho de western, justamente el género amado por Luis Estrada. Y del gran valenciano Luis García Berlanga (de quien este año se cumplen 15 de su fallecimiento), donde resaltan esos encuadres con una cámara por momentos fija y surgen cruces de personajes y diálogos que van y vienen en un montaje en el propio cuadro.
Y renglón final para la música en todas sus concepciones. Por un lado la excelente, adecuada y emotiva partitura a cargo del prolífico compositor vizcaíno Fernando Velázquez quien estuvo al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid en España. Sumado a la numerosa participación de distintas bandas de mariachis, a lo largo de toda la miniserie se escuchan un sinfín de temas y canciones, algunas muy reconocidos, donde escuchamos rancheras, corridos, baladas y boleros. Solo para nombrar algunos títulos e intérpretes: Qué rico el mambo de y por Damaso Pérez Prado; Sin ti, Obsesión y Piel canela por Trío Los Panchos; Veracruz por Agustín Lara, Sabor a mi y Contigo en la distancia a cargo de Los Tres Ases; La Bamba y Perfidia por Trini López, Piensa en mí por Toña La Negra y la inolvidable Adelita.