
viernes 12 de septiembre de 2025
La comedia de Juan Manuel Cravioto nos transporta a 1971 con un formato de falso documental que parodia y, al mismo tiempo, rinde tributo a la historia del rock mexicano. La trama sigue a Justino Compeán (Emiliano Zurita) y a Eduardo “El Negro” López Negrete (Alejandro Speitzer), quienes planean una simple carrera de autos con un pequeño concierto en Avándaro, Estado de México. Lo que parecía un evento local termina desbordado cuando corre la voz y llegan miles de fanáticos, transformando la reunión en un Woodstock a la mexicana.
Autos, Mota y Rocanrol (2025) recrea, desde una mirada cómica y satírica, los hechos que derivaron en el histórico Festival Rock y Ruedas de Avándaro, considerado el concierto más masivo en la historia del país y un verdadero parteaguas para la música nacional. Este 11 y 12 de septiembre se cumplen 54 años de aquel encuentro, y el film aporta una visión distinta: la trastienda, lo nunca visto en los documentales sobre Avándaro.
Aunque no se trata de un documental, el largometraje incluye un homenaje a figuras reales. Entre ellas, destaca el retrato de Javier “El Brujo” Bátiz, interpretado por Ruy Senderos, quien evoca al legendario músico que formó a artistas de la talla de Carlos Santana, Alex Lora y Abraham Laboriel. A través de este personaje se reconoce la importancia de un legado que marcó a generaciones enteras del rock mexicano.
Con recursos humorísticos, Zurita y Speitzer conducen al espectador a un viaje psicodélico por los años setenta, entre enredos y situaciones desbordadas que narran lo que sucedió tras bambalinas en aquel mítico fin de semana. Más que una comedia ligera, la película funciona como un puente entre generaciones: ofrece a los más jóvenes una versión fresca de lo que significó Avándaro, y a los mayores una oportunidad de recordar un capítulo clave en la cultura popular mexicana.