
jueves 11 de septiembre de 2025
Alejandro Amenábar vuelve a la pantalla grande con El Cautivo (2025), un drama histórico que se adentra en la experiencia de Miguel de Cervantes como prisionero en Argel. La propuesta parte de un doble impulso: la fidelidad a un contexto histórico del siglo XVI y una interpretación contemporánea de la figura del escritor, un abordaje que ya ha generado controversias.
La reconstrucción visual es uno de los pilares de la película. El Argel de la época aparece con mercados repletos, calles vibrantes y una luz mediterránea que otorga verosimilitud a las escenas. Sin embargo, esa misma perfección técnica genera distancia, ya que cada plano parece subrayar su carácter de decorado, dificultando la inmersión plena del espectador.
El núcleo narrativo se sostiene en la relación entre Cervantes —interpretado por Julio Peña— y el Bajá de Argel —encarnado por Alessandro Borghi—, con un vínculo que insinúa una dimensión homoerótica. La propuesta, audaz en el planteo, se resuelve con cierta cautela en su puesta en escena, como evidencia la secuencia del baño turco, resuelta con un fundido que evita profundizar en el aspecto emocional.
La película construye una visión de Argel como un espacio de tolerancia sexual y cultural, una interpretación que dialoga más con agendas actuales que con las biografías cervantinas. Los discursos sobre libertad, identidad o religión se presentan de manera literal, con personajes que encarnan roles de “buenos” y “malos” sin matices.
Otro de los problemas es la ausencia de verdadero suspense. El espectador sabe que Cervantes sobrevivirá a sus intentos de fuga para escribir El Quijote, lo que resta tensión a las amenazas de muerte. En lugar de potenciar el drama personal, el guion recurre a un exceso de guiños literarios —la bacía de barbero, personajes que anticipan al Quijote o Sancho— que terminan por sobrecargar la narración.
Donde El Cautivo encuentra mayor fuerza es en la representación de Cervantes como un narrador que logra salvar su vida gracias a las historias que inventa. Es en esas escenas, en las que su imaginación fascina a prisioneros y captores, donde Amenábar logra transmitir el poder de la ficción. Miguel Rellán, en el rol de Antonio de Sosa, aporta un anclaje humano que refuerza esta dimensión.
En definitiva, El Cautivo es una obra atravesada por contrastes. Amenábar combina virtuosismo técnico con un discurso contemporáneo sobre identidad y libertad, pero sin resolver las tensiones entre lo histórico y lo alegórico. El resultado es una película que, pese a su ambición y momentos inspirados, no alcanza la intensidad emocional que su propio relato reclama.