
▲ El dibujante Liniers y el “cancionista” Kevin Johansen hicieron un concierto ilustrado y pusieron a bailar al público unas cumbias medio sicodélicas el domingo pasado en la CDMX.Foto Luis Castillo

▲ El dibujante Liniers y el “cancionista” Kevin Johansen hicieron un concierto ilustrado y pusieron a bailar al público unas cumbias medio sicodélicas el domingo pasado en la CDMX.Foto Luis Castillo
Juan José Olivares
Periódico La Jornada
Martes 9 de septiembre de 2025, p. 8
Dos niños argentinos, uno de 61 años y el otro de 51, han jugado en muchos escenarios a contar historias. Uno, cantando sus propias letras con piezas suaves, nostálgicas y profundas. El otro, interpretando esas rolas con dibujos. Todo al mismo tiempo y en una pantalla que refleja lo sucedido en cada narración sonora.
Ellos han creado, por tres lustros, un libro en vivo o un concierto ilustrado. Mejor dicho, hacen un performance que une dos artes, la música y la plástica y la noche del domingo no sólo replicaron ese show, sino que, en el colofón de su presentación, pusieron a bailar en el proscenio del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris a unas 100 personas. Lo hicieron con dos cumbias medio sicodélicas de nombre Guacamole y Cumbiera intelectual, sabrosa sabrosura de Kevin Johansen, quien no es cantautor, sino un “cancionista”, como él mismo se ha descrito. O sea, es un “canta-actor”, porque también actúa en el escenario, pero nunca un “cansautor”, porque no es para nada solemne.
Desde hace años se unió con esa otra alma creativa del área de las artes plásticas: Ricardo Siri Liniers (Buenos Aires, 1973), quien empezó haciendo fanzines, publicó la tira Bonjour en el diario Página/12 y, desde 2002 publica Macanudo todos los días en el diario La Nación. También lo hace cada semana en El País. Tiene 30 libros ilustrados y es una figura en su área.
Kevin Johansen, un argentino que tuvo la osadía de nacer en Alaska, hace pop, música latina, cumbia amazónica, pero también está influido por la milonga, la cumbia, el tango, así como el funk y el reggae.
La tarde noche del domingo, Johansen hizo un recorrido por sus canciones más reconocidas, mientras Liniers, con tiza, pastel, óleo y mucha creatividad, las improvisó, ilustró y recreó en dibujos en tiempo real sobre una pantalla colocada como fondo del escenario.
Arte, música y humor chido
Arte, música, amistad y humor inteligente se unieron en el recinto del Centro Histórico, donde se gestó un pequeño mundo de música e ilustraciones que envolvió a una entregada audiencia. La energía de la música y de los colores se fusionaron y complementaron para hallar la fórmula de una nueva expresión que detonó la edición de Desde que te Madrid, disco en vivo grabado en el Teatro Albéniz de Madrid en 2024 y lanzado en 2025.
En el Esperanza Iris se escucharon piezas como Baja a la tierra y los trazos de Liniers marcaron la pauta de las líneas sonoras de esa pieza. Parecía que el artista aplastaba, con sus colores y manos, los trastes de la guitarra. Al final de la interpretación de la rola, Liniers arrojó el papel dibujado en forma de avioncito.
Siguió “un skacito” con la canción El palomo. Recordó a David Bowie con Modern Love y a esa zona de cuando “le tiene miedo al amor” con Hindue Blues. También se echó Tú ve, una pieza con la esencia de su amiga Natalia Lafourcade.
Otra de su valedor Jorge Drexler “que a mí me salía como macho resentido”, comentó Kevin. A No voy a ser yo, con un coro sutil, Liniers completó la sonoridad con su policromía.
Un guiño al genio Ennio Morricone con My name Is peligro. Y “qué pasaría si el Che vendiera playeras en conciertos de rock, qué diría”, asestó el músico para luego soltar Mc Guevera’s o Che Donald’s.
Para los enamorados y los niños que llevamos dentro: La hamaca. Luego vino El círculo, momento en el que Liniers, animoso, hacía zapping con su celular en el que se apreciaban imágenes de fotografías basadas en círculos, como en la que él aparece con Lionel Messi.
Un cover de Serge Gainsburg con La chanson de prevert, en la que Liniers mostró en el papel la letra en un nuevo castellano; es decir, como “se escucha” el francés para los que hablamos castellano.
Cambiaron de lugares: Liniers cogió su ukulele de doble mástil, y Kevin tomó los colores. Liniers dijo: “sé 14 canciones”. Se tiró a un mix de éxitos de Red Hot Chilli Pepers, Cindy Lauper, Radio Head y The Beatles.
Siguieron con Desde que te perdí y Quiero mejor, con un acompañamiento suave del respetable. También se mostraron “contra los fashionistas del mundo con la canción de protesta” S.O.S tan fashion. Otra para los que recuerdan un gran amor con Vals de la luna, y Anoche soñé contigo. Tras seguir aventando dibujos avioncitos, el dueto puso a bailar a la audiencia y se despidieron con Fin de fiesta.
México se le entregó una vez más porque, este país, dijo un día Johansen, “es un imperialista musical por su cultura tan fuerte y consumir su propia música”.