
martes 26 de agosto de 2025
En el panorama de las series británicas, el apellido Williams se asocia de inmediato con la intriga. Con The Missing y The Tourist, Harry y Jack Williams demostraron que el thriller puede sostenerse tanto en la tensión humana como en la acción. En The Assassin (2025) retoman esa fórmula y la trasladan a un nuevo escenario: las costas griegas, donde se despliega una historia de persecución y vínculos familiares quebrados.
Julie (Keeley Hawes) intenta dejar atrás su vida como asesina a sueldo, pero el retiro nunca es definitivo. La sombra de su pasado la alcanza incluso en su aparente refugio. El regreso de su hijo Edward (Freddie Highmore) tampoco trae calma: viene cargado de preguntas sobre su padre y sobre los secretos que su madre ocultó durante años.
Ese reencuentro, marcado por reproches, se transforma pronto en una alianza forzada. Julie le revela a Edward que alguien la busca para matarla y ambos quedan atrapados en una carrera contrarreloj, obligados a enfrentar enemigos invisibles y verdades largamente silenciadas. La aparición de Kayla (Shalom Brune-Franklin), presentada como una aliada, introduce la traición como eje central del thriller.
La escritura de los Williams recurre nuevamente al humor negro, un recurso que atenúa la crudeza de la violencia y convierte cada diálogo en un espacio de tensión irónica. Más que suavizar la amenaza, la intensifica: el humor funciona como mecanismo de resistencia y deja al descubierto la fragilidad de los protagonistas frente al peligro.
Lejos de servir solo como escenario, Grecia opera como un dispositivo narrativo. Sus locaciones no aportan únicamente espectacularidad visual, también refuerzan la sensación de fuga. La luz del Mediterráneo, que podría evocar calma, contrasta con la persecución constante, mientras que los espacios abiertos exponen la imposibilidad de esconderse. El paisaje se vuelve así metáfora del pasado: vasto, inabarcable y siempre presente.
The Assassin, dirigida por Lisa Mulcahy y Daniel Nettheim, no pretende revolucionar el thriller, pero lo hace funcionar desde un registro íntimo. La química entre Hawes y Highmore sostiene cada uno de los seis episodio y muestra que la acción no se mide solo en peleas o explosiones, sino en las grietas de una relación familiar puesta al límite.