
La obra se presenta como un ensayo fílmico que explora la vida de la capital desde una perspectiva distinta: una sinfonía visual y sonora construida a partir de la cotidianidad de sus calles, comercios, habitantes y espacios urbanos. Con música original de Guille Galván, guitarrista y compositor de Vetusta Morla, la película propone al espectador una experiencia sensorial que combina memoria, ritmo y transformación.
El proyecto surge como una “cara B” de Madrid, INT., la película colaborativa en la que decenas de cineastas retrataron la ciudad desde el interior de sus casas durante la pandemia. Cavestany retoma aquí la idea de documentar Madrid, pero esta vez desde fuera, recorriéndola a pie, en bicicleta y en metro, en busca de los rincones que permanecen y de los que han cambiado tras aquellos años de parón. Según explica su director, la intención era redescubrir la ciudad, filmar qué había quedado en pie y cuál podía ser el futuro inmediato, siempre con la cautela de no caer en una nostalgia simplista.
El resultado es un archivo visual y sonoro en el que conviven realidades muy diversas: desde mercerías tradicionales hasta centros comerciales, desde la fauna urbana hasta los poetas, desde las vecinas de barrio hasta los constructores y destructores de la ciudad. Esa pluralidad compone un retrato coral que evita la mirada uniforme y muestra Madrid como un organismo vivo, en permanente transformación y lleno de contradicciones.
La música de Guille Galván desempeña un papel esencial en la narración. Más que acompañar a las imágenes, interpreta la ciudad a través de un diseño sonoro que transforma el ruido cotidiano en ritmo y melodía. Afiladores, churrerías, tragaperras, timbres de metro y conversaciones se entrelazan con composiciones originales para construir lo que el autor describe como la experiencia subjetiva de Madrid, más allá de su registro arqueológico o folclórico.
El preestreno tendrá lugar el 28 de agosto en el Cine Doré, con una sesión abierta al público. A partir de ahí, el documental iniciará un recorrido singular que incluye proyecciones en espacios poco convencionales, como museos, terrazas, mercados o barrios, en un intento de devolver la película a los lugares de donde surgió su inspiración. Cavestany plantea así que la cinta regrese al territorio que le dio forma, agradeciendo a la ciudad lo que ha tomado prestado de ella.
Concebida como un ensayo fílmico, Madrid, EXT. no se limita a documentar la capital, sino que propone una reinterpretación de su identidad. La cámara y el micrófono se convierten en herramientas para indagar en cómo suena Madrid, cuál es su ritmo interno y cómo pueden organizarse las voces dispersas de una ciudad en constante movimiento. @mundiario